Lecciones del “baguazo”: a ocho años de una nueva masacre campesina
El 22 de septiembre del año pasado, 53 campesinos awajún y wampis acusados de asesinar a doce policías, en la ‘Curva del Diablo’ durante el “Baguazo” del 2009, fueron declarados absueltos. La sentencia fue dada bajo una “nueva perspectiva intercultural del conflicto” que sólo maquillaba los siete largos y tortuosos años de arbitrariedades, persecución, encarcelamiento sin pruebas, humillaciones y declaraciones forzadas a los que fueron sometidos. Peor aún, esta sentencia absolutoria no es definitiva: el Ministerio del Interior presentó inmediatamente su apelación. Finalmente, aún falta juzgar tres acusaciones más y por esta razón aún no los han liberado: a) la muerte de cinco civiles en la ciudad de Bagua, b) de policías en la estación petrolera número 6, c) y la desaparición del mayor Bazán. Sobre la responsabilidad política del gobierno y sus ministros, y directa de la policía militar que llenó de bolsas negras el río Utcubamba, no hay ningún proceso admitido por el poder judicial burgués.
La razón de esta persecución despiadada a las víctimas de una masacre es simple. La selva del Perú, es probablemente la más ocupada por las transnacionales imperialistas y sus bases militares. Se estima que cerca del 72% de la Amazonía ya está concesionada. Esto ha generado enormes ganancias para las potencias ocupantes (EEUU, Europa occidental, Japón), pero también atraso y pobreza extrema para las comunidades campesinas y esclavos asalariados de esta región. La masacre de Bagua dejó en la orfandad cientos de niños, arrojando familias enteras a la miseria absoluta, mientras los sobrevivientes sufrieron daños irreversibles que los incapacitó para trabajar. Este es el verdadero rostro del emprendimiento capitalista en el Perú y también en América Latina, que tiene su historia rasgada por genocidios de similar o mayor magnitud. Si bien, algunos decretos fueron retirados después del Baguazo, lo esencial del paquetazo privatizador del gobierno de Alan García (las famosas “leyes de la selva”) fue impuesto, y Humala y PPK no son más que su continuación, servil al imperialismo. El precedente inmediato de este paquetazo fue la firma del colonialista TLC-USA por el gobierno de Alejandro Toledo, que la izquierda reformista sostuvo abiertamente como mal menor “democrático”. Las leyes de la selva fueron, entonces, parte de la ofensiva económica del imperialismo norteamericano y sus aliados en el conjunto de América Latina. La insurrección de Bagua, fue asimismo, parte del proceso revolucionario latinoamericano expropiado por las burguesías nativas, herederas de Bolívar, el general de las retiradas, según el mismo Carlos Marx. Y es que la represión del TIPNIS por Evo Morales el 2012, o la persecución “antiterrorista” de Correa a los campesinos, son continuidad de la masacre de Bagua ordenada por Wall Street.
La izquierda reformista, aterrada por la respuesta armada de las masas campesinas de Bagua y la secuela de levantamientos en todo el país, jugó su papel contrarrevolucionario formando el FRENVIDAS, un nuevo frente para la contención de las masas en el marco del régimen bonapartista del TLC y la constitución fujimorista. Luego de colaborar en el restablecimiento del orden, abandonaron a los procesados a su suerte, y por esta razón no debe sorprendernos, que en los últimos años hayan tentado o formado alianzas con el mismísimo Yehude Simons, el premier de genocidio, un asesino a sueldo que sigue libre gracias a la impunidad que le garantiza el orden burgués que defiende. La cobarde y vergonzosa política impulsada por el reformismo frente a la insurrección espontánea de las masas, es solo una pequeña muestra de lo que son capaces de hacer frente a verdadera revolución proletaria, que satanizan o postergan en su propaganda revisionista. En última instancia, es la misma política que se impulsa frente a la revolución árabe en Siria o el alzamiento de los mineros de Ucrania. Para desenmascararlos frente a las masas, los revolucionarios debemos impulsar una clara política de denuncia y exigencia dirigida a las organizaciones de masas que influencian, llamando por la liberación de todos los presos y procesados del proletariado mundial, por la formación de autodefensas, y por la puesta en pie de un gran congreso de todos los explotados con nuevas zonas a la cabeza, abriendo así el camino en Perú para el triunfo de la revolución socialista internacional.
¡LIBERACIÓN INMEDIATA DE LOS CAMPESINOS POBRES DE BAGUA!
¡FUERA LAS TRANSNACIONALES DE PERÚ Y AMÉRICA LATINA!
¡REFUNDEMOS LA CUARTA INTERNACIONAL!