¿Minería artesanal o minería transnacional?

Con motivo de la lucha de los mineros artesanales, de repente los medios de comunicación de la burguesía parecen haberse convertido al ambientalismo más radical; nos hablan de contaminación de ríos, de vulneración de derechos indígenas, de vínculos con el narcotráfico. Lo cierto es que cuando las masas de Cajamarca se levantaron el 2012 contra el proyecto Conga de la minera yanqui Newmont, toda la gran prensa atacó las marchas de los campesinos, invocando los sacrosantos principios de la modernización y transnacionalización de la economía.

La verdad es que detrás de esta campaña contra la minería artesanal están las grandes mineras extranjeras y sus socios menores en Perú, que desde siempre han querido liquidar la pequeña minería para poder obtener el 100 % de las concesiones, para seguir saqueando el oro y el cobre, mientras el pueblo sigue pobre, con sus chacras y ríos envenenados. Contra este flagelo vienen luchando las masas campesinas e indígenas por décadas, ¿no fue acaso la gran minera formal de los EEUU, Cerro de Pasco Copper Corporation, la responsable del envenenamiento secular de niños y madres gestantes del centro del país?

¿Y no es actualmente la gran minera formal Cerro Verde, la responsable de contaminar los valles del sur impunemente? Su representante Julia Torreblanca, que funge además de presidente de la Sociedad Nacional de Minería, tiene el descaro de hablar de contaminación y de beneficios tributarios excesivos, cuando gracias a la dictadura de Fujimori, las grandes mineras gozan de un régimen fiscal de ensueño, con libertad para tercerizar mano de obra y aplastar comunidades campesinas e indígenas a lo largo y ancho del Perú. No olvidemos que esta misma elite estuvo detrás de la masacre de Bagua a manos del gobierno genocida de Alan García.

De todo esto no informa ni hace memoria la gran prensa, incluso la digital que posa de alternativa, como el programa de Rosa María Palacios, quien sirvió a la dictadura montesinista y está casada con un alto directivo de la Sociedad Nacional de Minería; o como Epicentro TV, que recibe dinero del Gobierno de los EEUU, a través de USAID, para hablar a favor de sus petroleras y mineras, las mismas que están detrás del apoyo a Israel contra Irán y del genocidio en Palestina. De su memoria se ha borrado el megacrimen ecológico de Repsol; la orden de Pedro Castillo de aplastar la protesta ambiental kukuma; la masacre indígena de Vizcarra en plena cuarentena. Está claro, entonces, que detrás del cargamontón a la minería artesanal, están los tentáculos de la gran minería formal y “legal”, gracias a la compra de jueces y fiscales.

Sin embargo, la novedad en este viejo conflicto, es que ahora ha cobrado mayor protagonismo la llamada minería “ilegal”, es decir, aquella que además de no pagar impuestos, realiza sus actividades en zonas naturales protegidas u ocupadas por comunidades nativas. Esta lumpenburguesía minera, asociada muchas veces al narcotráfico y el proxenetismo, tiene también sus representantes políticos en el Congreso, y estos han venido sacando normas a su favor de sus intereses, ganando concesiones que les fueron negadas a la gran minería formal, de allí el rechazo de esta a su presencia y expansión.

Estamos, entonces, ante la competencia y disputa de dos fracciones de la gran burguesía: una formal, tradicional y otra informal, emergente; cada una con sus recursos, políticos y prensa a su favor. En este conflicto, terminan confundidos los mineros artesanales pobres y honrados, es decir, aquellos que no están vinculados a ninguna actividad criminal y que en su mayoría son familias que viven de su propio trabajo. Es a esta masa a la que el proletariado debe reconocer su derecho elemental al trabajo. Se debe, entonces, apoyar solo la movilización independiente de este sector, llamando a romper con la mediana y gran minería informal y criminal que finalmente tiene más cosas en común con la burguesía formal que con las masas trabajadoras del subsuelo.

Aquí juegan un rol clave las direcciones de las organizaciones obreras, que lamentablemente están hoy de lado de la burguesía “legal”, haciendo el juego a las transnacionales mineras, en lugar, de ganar a las masas artesanas a una lucha independiente por su derecho al trabajo, al crédito estatal y al apoyo técnico. Así, los obreros explotados por las grandes mineras, deben levantarse también para junto a los artesanos mineros y campesinos pobres, emprender una sola lucha por una nueva minería, libre de explotación y contaminación, y que sirva de base para la industrialización del país, sobre todo del campo. ¡Hay que expropiar sin pago y bajo control obrero y popular a las grandes y medianas empresas del sector minero y energético! ¡Hay que poner en pie comités de autodefensa para aplastar a la policía asesina! ¡Hay que formar comités de lucha independientes de toda fracción patronal!

Estas son algunas de las consignas de agitación que deben difundirse entre las masas, exigiendo a sus dirigentes marchar por un camino independiente de lucha, que debe apuntar no solo a la caída del gobierno asesino de Dina, sino también de todo el aparato militar-policial de la burguesía, garante del actual sistema decadente que ya no da para más. Así, la revolución socialista, que será internacional o no triunfará, es la única perspectiva que tienen las masas explotadas del campo y la ciudad para hacer realidad sus justas aspiraciones. Para esto los dirigentes reformistas deben ser desenmascarados frente a sus bases, y reemplazados por dirigentes revolucionarios e internacionalistas que lleven a los trabajadores a su victoria histórica sobre el parasitismo burgués.

¡ABAJO EL GOBIERNO, EL CONGRESO Y LA GRAN MINERÍA CAPITALISTA!

¡POR UN PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO, POR LA CUARTA INTERNACIONAL!

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