¡Ni una trabajadora menos: abajo el patriarcado capitalista!

“Es necesario absolutamente que el pueblo sólo cuente consigo mismo, si él confía sus intereses a los burgueses estará perdido”. Flora Tristán.
Si bien gozan de derechos formales, las obreras siguen siendo despedidas si se embarazan o sufren el acoso sexual de los gerentes de las empresas. Se sabe también que las trabajadoras ganan menos que los hombres porque en los sectores donde predomina su participación (como el textil, la agroindustria o el mismo magisterio) las remuneraciones son inferiores. Finalmente, en muchos casos son torturadas o asesinadas por sus parejas que reproducen en sus casas la opresión machista de las empresas, el Estado y el conjunto de la sociedad. La propia Fiscalía reporta más de ochocientos feminicidios en el país en los últimos ocho años. Por su parte el INEI registra que sólo en el 2014 se han denunciado 5,201 violaciones sexuales en agravio de mujeres (la mayoría niñas), lo que representa más del 90% del total de denuncias por violación. No se trata, entonces, de casos de violencia aislados, sino de todo un sistema que nos oprime, que nos está matando.
Quizá las mujeres de la revolución rusa de febrero de 1917 no se denominaban “feministas”, pero no dudaron un segundo a la hora de decidir salir a las calles para exigir pan, paz y tierra, desafiando al Zar y marchando separadas de la burguesía “democrática”. Fue un abierto enfrentamiento político precisamente en el día internacional de la mujer, que daría inicio a los acontecimientos que condujeron al triunfo de la revolución obrera y campesina en octubre de ese mismo año, esa revolución que les reconocería en algunos meses los derechos que por siglos y aún hoy los países capitalistas nos niegan, pese a las declaraciones formales y leyes de papel. Pero el primer Estado obrero no solo derogó las leyes del patriarcado sino que además comenzó a disolver la propiedad privada y la explotación capitalista, base material de este régimen que explota, esclaviza, esteriliza, cosifica, mutila y asesina mujeres.
La tarea del reformismo es enterrar estas lecciones de la Historia. Las reformistas nos quieren hacer creer que la lucha por la causa de las mujeres es independiente de la lucha contra la sociedad dividida en clases sociales. Por eso el feminismo burgués no siente el menor asco de convocar a “todas las mujeres” para marchar contra “todo tipo de violencia hacia la mujer”, aunque la mujer que marche al lado de la obrera sea Mercedes Araos, la actual vicepresidenta “feminista” que crítica publicistas y cardenales pero que fue parte del gobierno aprista que en junio del 2009 destruyó la vida de cientos de mujeres que vieron cómo sus hijos, hermanos o esposos eran asesinados en Bagua, mientras su ministerio promovía el remate turístico de las riquezas de la selva del país. En lugar de reparar a las víctimas, ahora se pretende condenar a los sobrevivientes a cadena perpetua y de esto las feministas de clase media no dicen ni una palabra.
Las mujeres obreras sabemos muy bien, porque lo vivimos en carne propia, el rol represor de los miembros de la policía, que tortura y asesina a nuestros hijos e hijas si salen a reclamar sus derechos, o a nuestros hermanos o a nosotras mismas, por el pecado mortal de exigir una vida digna. Solo desde el 2006 ya se cuentan más de cien muertos en protestas según cifras oficiales, a manos por supuesto de las “fuerzas del orden” capitalista y patriarcal ¿y con esa institución asesina que ha anunciado su participación, con la policía mercenaria, pretenden que marchemos en defensa de la mujer? Peor aún no tienen reparos en marchar con la congresista Cecilia Chacón, miembro de ese partido que inauguró el programa de las esterilizaciones forzadas. ¡Las trabajadoras no marchamos con nuestras asesinas!
Las reformistas nos dicen también que no es necesaria la revolución para conquistar la liberación de la mujer. Sin embargo, luego de un siglo de sus campañas “educativas”, recolección de firmas y marchas pacíficas, las mujeres siguen siendo asesinadas impunemente. En Perú la justicia burguesa ha cerrado el caso de las esterilizaciones forzadas iniciadas con Fujimori y continuadas incluso bajo los gobiernos de Paniagua y Toledo por los que llamaron a votar en ese entonces muchas viejas feministas del Frente Amplio y de ONG como “Flora Tristán” que usurpan el nombre de una reconocida socialista e internacionalista franco-peruana mientras reciben el financiamiento de transnacionales de autos como la Ford.
No nos pongamos vendas en los ojos ni engañemos a las que desconocen esa realidad. No existen intereses de la “mujer” en general. La división de la sociedad en clases sociales ha puesto a las mujeres en trincheras irreconciliables. El triunfo de las obreras sobre el patriarcado y toda forma de opresión vendrán de la mano de la revolución socialista internacional y no del feminismo patronal y reformista que parasita también las luchas y conquistas de la mujer trabajadora.