huelga casa grande 2Finalmente la huelga de Casagrande tuvo que ser levantada, luego de que los trabajadores resistieran valientemente por 85 largos días el hambre y la represión policial. Desde el primer día mostraron su disposición a pelear valientemente en la calle: emulando a los Espartambos, armaron sus escudos y proyectiles y dejaron todo en el campo de batalla del histórico valle azucarero. Pero los obreros no solo tuvieron que enfrentar a los perros de Gloria sino también el pacifismo y cobardía de sus dirigentes.

Peleando en las calles fue que los jóvenes explotados conquistaron la derogatoria de la ley esclavista de Humala, una gran conquista parcial del movimiento obrero. La juventud de Lima puso en pie sus propios organismos, las Zonas, y así pudo superar a la burocracia sindical que en vano intentó contener su combate callejero. Lamentablemente en Casagrande se impuso la política de los burócratas de siempre que incluso organizaron una marcha “por la paz” y pidieron disculpas al alcalde por los disturbios. Actuaron abierta y alevosamente contra la lucha de la juventud azucarera cuando esta ya empezaba hacer retroceder a la matonería policial. Pero sobre todo aislaron su lucha del resto de trabajadores del campo y la ciudad. El mismo libreto derrotista de la CGTP y demás direcciones traidores del movimiento sindical. Levantada la huelga, Mario Huamán pudo tranquilamente firmar su respaldo a PPK, el verdadero embajador yanqui de la esclavitud laboral en el Perú. Todo como parte de la estrategia estalinista de Frente Popular (el “Frente Amplio” de Mendoza), de unión política de obreros y burgueses, que desde los tiempos de la vieja APRA y a nivel continental y mundial solo ha traído derrotas para la clase obrera.

Esta lucha no ha sido en vano. Los obreros no obtuvieron el aumento por el que pelearon pero tampoco la patronal ha podido liquidar todas sus posiciones con despidos masivos o más recortes. Es una derrota parcial de responsabilidad exclusiva de sus dirigentes. Esta lucha no ha sido en vano porque los obreros mostraron su combatividad y su disposición a la unidad, porque buscaron armarse a pesar y contra de sus dirigentes. Han marcado el camino del conjunto del movimiento sindical que debe convertir esta experiencia en victorias. Sin embargo, para esto es necesario deshacernos de toda esa junta de oportunistas que no rinde cuentas, huye de la lucha y presenta migajas como trofeos. Delegados sindicales revocables en cualquier momento, cotización voluntaria y unidad de acción con todos los explotados a nivel nacional e internacional, eso es lo que necesita el movimiento obrero para vencer. No obstante, esto tampoco es suficiente. Los obreros socialistas sabemos que bajo el capitalismo todo aumento y reforma será parcial y temporal. Los obreros necesitan una dirección revolucionaria que oriente sus luchas parciales hacia el camino de la emancipación completa de sus fuerzas productivas, hacia la conquista plena de la justicia y el pan.

Los trabajadores necesitan organizar de inmediato sus comités de autodefensa y un gran congreso de todos los sindicatos, gremios y explotados, encabezado por nuevas Zonas. Pero también necesitan un partido obrero revolucionario que desplace a toda esa junta de oportunistas que siembran falsas ilusiones en un sistema podrido de raíz. Solo un gobierno de los trabajadores podrá garantizar todos los derechos y satisfacer todas las demandas de la clase productiva. Solo la unidad internacional de los trabajadores puede superar el fracaso del “socialismo en un solo país”. La principal lección de esta y de todas las huelgas es que sin revolución socialista no hay pan, no hay libertad, no hay nada. Fuera del poder, todo es ilusión.

¡Viva el proletariado azucarero!

¡Por un partido obrero revolucionario, por la Cuarta Internacional!


UNA HISTORIA DE LUCHA E INSURRECCIÓNMILICIAS OBRERAS EN 1932 - TRUJILLO

Los obreros azucareros y el conjunto del movimiento deben retomar sus mejores tradiciones. Es necesario traer el valioso recuerdo de la revolución del 32, donde valerosos trabajadores cañeros de los valles del norte del Perú tomaron el cielo por asalto, unos días, cerrando la ciudad de Trujillo con sus fusiles arrebatados de los cuarteles, insurrección aplastada en sangre por bombardeos aéreos enviados por el dictador Sánchez Cerro. Revolución traicionada vilmente por el partido aprista de Haya de la Torre, es decir, por el frente popular que uniría obreros y campesinos con supuestos burgueses “patriotas”.

Décadas después el general Velasco apoyado en la izquierda reformista, luego de masacrar maestros y niños en Huanta (1969), formalizaría como cooperativas azucareras lo que ya las masas del campo y la ciudad habían conquistado con su lucha. Las empresas pasaron a manos de sus trabajadores pero en la dirección de las mismas se enquistó una burocracia oficialista ajena a los intereses del conjunto de los trabajadores. Los pueblos azucareros disfrutaron de algunos beneficios pero finalmente vino la crisis y la dictadura fujimorista se encargó de rematar la mayoría de ingenios y tierras. Ahora Gloria se ha convertido en el nuevo gran latifundista del norte y con mano de hierro pretende mantener esclavizados a sus trabajadores.

La Historia demuestra, sin embargo, que a los obreros no se los puede encadenar por toda la eternidad. Esta última huelga histórica lo demuestra. El fracaso del cooperativismo aquí y en todo el mundo no deja otra conclusión que la necesidad del verdadero socialismo internacional. Para esto nuevas revoluciones serán necesarias a la cabeza de los cuales estaremos los socialistas internacionalistas para impedir que nuevas versiones de la APRA como el Frente Amplio traicionen nuevamente las demandas y esperanzas de los trabajadores del campo y la ciudad.

 

 

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