Breve crónica sobre la Jornada del 28 de mayo

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La juventud de Lima que había derrotado una ley e hizo retroceder al gobierno, estaba ansiosa de pelear por más; Arequipa dio el nuevo grito de lucha y los jóvenes no tardamos en responder.

Se anunciaba el paro macro regional del Sur. La juventud explotada de Lima empezó agitarse. Las jornadas de diciembre ya habían dado las primeras lecciones, el camino era claro. El gobierno implacable ya había demostrado su odio a los oprimidos disparando a un obrero en el marco de la huelga minera en la capital. El reformismo en el movimiento zonal trataba de contener la rebeldía natural de la juventud proletaria. Se convocaban asambleas, se discutía como hacer frente al gobierno. Con cinco muertos en Islay los acontecimientos aleccionaban. La izquierda reformista no podía hablar de pacifismo, la desesperación del anarquismo desesperaba a la vanguardia. Las bases respondían con claridad: ¡Hay que defendernos! Los trotskistas peleamos entonces por llevar este grito de guerra a las coordinaciones inter-zonales de Lima para seguir el camino que había marcado ya Arequipa poniendo en pie a los Espartambos, embriones de la futura autodefensa armada del pueblo. Los reformistas volteaban la cara, llevar a las masas al combate eran acciones que no entraban en sus cálculos electorales, pero las bases exigían luchar. Peleamos en nuestra zona y luego en la inter-zonal reactivar la comisión de seguridad para organizar la autodefensa contra la represión policial, mientras los reformistas conspiraban para silenciarnos y luego expulsarnos burocráticamente.

Nuestra fuerza para combatir al Estado burgués y al reformismo se sostenía en la lucha de nuestros hermanos de clase de otros países. Europa en crisis, Medio Oriente en guerra al borde de incendiar el viejo continente. Una resistencia antifascista en Ucrania que como no se había visto en décadas. Los explotados estaban dando batalla contra la burguesía. Nosotros llevamos el llamamiento de los mineros de Ucrania a las asambleas zonales y con la misma convicción impusimos una gran derrota táctica a la burocracia el 1 de mayo, cuando boicoteamos su mitin y las bases conquistaron una marcha hacia el congreso patronal. Con estos antecedentes fue que nos preparamos para la jornada del 28 de mayo donde se presentaron por primera vez los Espartambos de Lima.

Esta campaña por la más amplia unidad y la auto-defensa no se podía limitar a las reuniones de “seguridad”, la campaña debería ser pública, llamar a las masas abiertamente a fortalecer e integrar estos embriones de autodefensas, pero el reformismo no lo permitió. Y así como dejó abandonado a los presos del baguazo, a los espartambos detenidos en islay, no movió ni un dedo para organizar ninguna autodefensa seria en la capital del poder minero. Luego de desestimar las acciones aisladas o “relámpago” se lanzó la convocatoria para el 28 de mayo en el Campo de Marte. La ruta sería la más corta para garantizar las mejores condiciones  del combate que era inevitable. Así la juventud llegó hasta ese día, llegaron los escudos, se concretó hora de salida, la policía rodeaba la movilización que había atraído a gente que pasaba por la calle y se sumaban. Cientos llenaron las avenidas, Lima gritaba ¡Abajo Tia María! ¡Abajo el gobierno represor! La conciencia de los jóvenes tenían presente a los caídos en la lucha, coreaba sus nombres, gritaban a la policía: ¡Ya van a ver, ya van a ver, todas las balas se van a devolver!

La plaza San Martin se colmó de gente, fueron tomando posición los escudos en primera línea, se prendió una llanta en señal de protesta que terminó arrojada contra la matonería policial lista para lanzar su ataque asesino en cualquier momento. En un primer momento, los Espartambos logramos hacer retroceder a la policía, pero luego ésta reaccionó con gases, logrando dispersar la marcha después de una dura resistencia. Los grupos de jóvenes escapaban por las arterias del centro de Lima, para luego reunirse y empezar a levantar los adoquines de las calles como en Arequipa, ¡a las barricadas!, fue el grito que sostuvo nuestra resistencia por horas. Tirábamos piedras a los motorizados, amedrentábamos a la policía. Los reformistas no pudieron contener más el accionar de la juventud por mucho tiempo explotada, con ánimos de vencer.  Frenaban las acciones, mientras los policías seguían golpeando a los manifestantes, ya se había producido los primeros arrestos. La juventud seguía su paso por las avenidas, se escucha el primer disparo, la policía empieza a hacernos retroceder. Los motorizados desesperaban a los jóvenes, en un grupo que nos replegábamos llegaron, sacaron sus armas y nos apuntaron. Los jóvenes retrocedíamos, ya éramos pocos y los motorizados nos habían cansado. Se empezaron a dispersar, mientras la policía arrestaba. Se movía un grupo de manifestantes hasta la comisaría para pedir la liberación de los detenidos, fueron reprimidos a golpes y arrestaron a más. En total 44 personas terminaron arrestados ese día.

Esta jornada de mayo ha demostrado que la juventud está dispuesta a combatir, a pesar de que sus direcciones traidoras traten de apagar el fuego revolucionario que enciende a cada joven, o de desviar la acción por caminos aislados que ya han demostrado su fracaso en la Historia de la lucha de clases. La juventud explotada y despreciada por la burocracia usurpadora de los sindicatos, puso en pie sus propias organizaciones, cansados del pacifismo reformista. Respondiendo a la ofensiva del gobierno y recogiendo las lecciones de los explotados de Arequipa, valientemente dimos un paso adelante y pusimos en pie los primeros Espartambos de Lima. Solo la traición descarada de la izquierda reformista dentro de las zonas, sirviendo de agentes de la burguesía, pudieron desconocer y deslegitimar en las siguientes reuniones, las acciones radicales que no eran otra cosa que la respuesta a las balas que lanzó la policía contra los jóvenes que dábamos muestra de combatividad.

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