Los candidatos marginados de la izquierda reformista
En estas contiendas electorales donde la burguesía transnacional necesita saber en qué candidato poner toda su confianza para continuar con el saqueo de nuestros recursos, diferentes candidatos se aventuran a pelear la silla presidencial, ofreciendo unos sacar de inmediato los tanques a las calles contra la clase obrera, mientras otros prometen una nueva “gran transformación” y “reglas de juego claras” sembrando falsas esperanzas en el pueblo con el mito de un capitalismo reactivado, reformado y feliz.
La burguesía nacional por su parte, totalmente impotente y servil frente al poder transnacional, solo puede aspirar a ciertos frenos y migajas de la mano del Frente Popular, es decir, de su alianza con dirigentes obreros y campesinos partidarios de la armonía y conciliación entre las clases. La primera gran opción en este sentido es el Frente Amplio de Verónika Mendoza. Sin embargo, no debemos olvidar otras alternativas como la de Vladimir Cerrón, que luego de perder la reelección regional en Junín tiene la esperanza de ganar la presidencia de la república. Se sabe pues que las negociaciones con el frente de Mendoza fracasaron y ahora se lanza solo con su partido “Perú Libre”. Si llegara al poder, Cerrón sería solo una copia mal hecha de Chávez, Correa o Evo, caudillos que han opuesto ciertos límites al imperialismo para luego entregarle los recursos de sus naciones, de allí su crisis económica y también política. Por otro lado, tenemos a Gregorio Santos, quien subordinó las legítimas luchas del pueblo de Cajamarca contra la contaminación minera a las mesas de diálogo del gobierno de la mano de la burguesía agraria y los terratenientes. Su alianza con los fonavistas solo puede terminar beneficiándole a él. Exigimos su libertad para que sea el pueblo pobre quién lo juzgue directamente. Su viejo partido, Patria Roja, ahora de forma oportunista llama a no votar por nadie, luego de expulsarlo por disputas de porcentajes, confirmando la profunda crisis que vive la izquierda luego de sostener por años la política del “mal menor” burgués.
La otra cara de la izquierda reformista la presenta el FUDEP (Movadef-Antauro), que a gritos piden la reconciliación nacional con la amnistía general, incluso la de Fujimori y Montesinos, olvidando los caídos del pueblo bajo la dictadura. El maoísmo tiene pues en el Movadef su versión más cínica y despreciable. Por otro lado, sabemos que el nacionalismo burgués de Antauro es un simple remedo de Chávez, de Velasco, es decir, se ofrecen ciertos cambios pero sin romper totalmente con el imperialismo. Sin embargo, mientras los trotskistas denunciamos el carácter no socialista de estas formaciones, a la vez, no le reconocemos al Estado ningún derecho de perseguirlos bajo su fraudulenta campaña “antiterrorista” y exigimos la liberación de los reservistas y ex guerrillos presos.
En este juego electoral no puede caer el pueblo explotado, no existe en estas elecciones ninguna representación obrera independiente ni del lado de los grandes candidatos, ni de los marginados que aquí hemos enlistado, por ello insistimos que todos los organismos obreros, como el FONAVI, los sindicatos de la CGTP, de la Red Solidaria, deben romper con todas estas alternativas patronales y llamar a votar viciado y preparar así la lucha por todas nuestras demandas.
Para terminar esta nota, cabe mencionar, que nosotros rechazamos la demagogia antielectoral del anarquismo que encubre su incomprensión e impotencia frente al Estado burgués con frases altisonantes pero vacías de contenido y fundamento. Los marxistas no rechazamos la posibilidad de utilizar el parlamento enemigo como tribuna para que nuestro programa revolucionario se difunda. Si hubiera siquiera una sola candidatura obrera independiente nosotros la llamaríamos a votar críticamente, porque en este caso se trataría de educar a los trabajadores en la necesidad de marchar separados de los políticos de la burguesía así se pinten de rojo. Nuestra posición es pues clasista no individualista, racional no sentimental, planificada no improvisada. En 200 años el anarquismo no ha sido capaz de derrocar jamás ningún gobierno capitalista; en la España del 36 participaron de Estado burgués y ahora en Ucrania apoyaron un levantamiento fascista debido a su confusión. Su rechazo a coordinar acciones comunes con organizaciones sindicales solo debilita y fracciona nuestra lucha. La clase obrera necesita prepararse para la toma del poder y el socialismo y esto no se puede hacer sin refundar la Cuarta Internacional, el partido mundial de los trabajadores. El anarquismo, al pretender interponerse en este camino, demuestra ser simplemente el ala más radicalizada de la clase media.