Por responsabilidad de sus direcciones reformistas, hoy el Gobierno de Dina Boluarte, la sicaria de la CONFIEP, sigue en pie, a pesar de toda la combatividad, firmeza y abnegación de las masas campesinas del sur.

Es verdad que esta revolución campesina quedó aislada y debilitada debido a que no fue secundada por el levantamiento de los millones de obreros industriales de las ciudades, sobre todo de la capital. Pero esto tampoco es responsabilidad de las masas obreras, que se han levantado contra dictaduras y contra “democracias” por décadas, en huelgas por salario y también contra el Gobierno patronal de turno, como en 2014, cuando combatieron a Humala poniendo en pie sus propios organismos de lucha: las Zonas.

En esa oportunidad los dirigentes de la CGTP y del reformismo buscaron montarse sobre la movilización proletaria juvenil, creando burocráticamente, desde arriba, la “Coordinadora 18 de Diciembre”, que terminó marginada por el movimiento zonal forjado desde abajo, con delegados revocables votados en asambleas multitudinarias.

En estos verdaderos organismos de democracia obrera, no solo participaban trabajadores ocupados y desocupados, sindicalizados o no sindicalizados, sino también estudiantes, comerciantes y artesanos pobres; es decir, las Zonas se convirtieron en organismos de todo el pueblo pobre de Lima, acaudillado por el proletariado industrial.

Este combate terminó con una victoria parcial, cuando los trabajadores textiles anunciaron que irían a la huelga y el Gobierno y el Congreso se vieron obligados a retroceder, derogando la ley laboral juvenil que provocó la movilización, justo cuando se transformaba ya en una verdadera revolución contra el Gobierno, el Congreso y el Estado patronal, con las Zonas como embrión del doble poder.

Las Zonas siguieron activas, pero los reformistas infiltrados en su dirección impidieron en todo momento su centralización en un verdadero Congreso de delegados de las Zonas; así, la coordinación general se hacía por arriba, con un puñado de dirigentes zonales reformistas tomando decisiones y dando conferencias en locales cerrados, por fuera de las asambleas abiertas de base realizadas en parques y plazas. Esto fue lo que provocó el debilitamiento, burocratización y finalmente disolución de las Zonas.

A pesar de sus limitaciones, impuestas por el reformismo, las Zonas aún hoy representan la mayor conquista de autoorganización proletaria en la historia reciente del país, ya que solo un fetichista de los soviets podría exigir que las masas obreras pongan en pie “consejos” como en Rusia o “comités de lucha” como en el pasado, comités que muchas veces son también organizados por arriba por un puñado de dirigentes reformistas montados en la lucha de las masas.

No nos sorprende, entonces, que los dirigentes estalinistas de la CGTP y demás reformistas, hayan enterrado por completo el recuerdo de las Zonas, al punto de que pareciera que estuviera prohibido hablar de ellas. Así, los reformistas han llamado al proletariado de Lima a movilizarse en apoyo de los campesinos del sur, pero evitando siempre nombrar a las Zonas, todo con el fin de subordinar a las masas obreras a los aparatos burocráticos fabricados por los dirigentes campesinos.

Y es que los soviets no fueron un invento de los campesinos rusos, sino del proletariado industrial de Petrogrado. Esto sucedió así porque los campesinos o pequeños propietarios de tierras, no pueden tener una política independiente: o siguen al proletariado o siguen a la burguesía. La democracia obrera la inventaron los obreros, no los campesinos.

Así, cuando las masas campesinas de Perú pusieron en pie sus tradicionales comités de lucha para enfrentar a Dina, le dieron la dirección de los mismos a sus caudillos tradicionales, que suelen pertenecer a las capas superiores del campesinado. Esto explica porque un militar burgués como Alberto Yucra asumió la representación de los campesinos del VRAEM.

Esto no habría sucedido si los obreros mineros del sur se hubieran insurreccionado también, convirtiendo estos comités semiburocráticos en verdaderos organismos de la democracia obrera, impidiendo que oportunistas como Yucra asuman su dirección. Sobre la base de estos comités obrero-campesinos hubiera sido factible la convocatoria de un Congreso de delegados que centralice sus fuerzas. Pero esto no ocurrió.

Lo que pasó fue que los dirigentes burgueses y campesinos de estos comités hicieron lo que siempre hace el reformismo: reunirse entre cuatro paredes por fuera de las asambleas de base. Así fue como se formó la Coordinadora Macrorregional Sur y luego los dos Comités Nacionales que se disputan hoy la representación de las masas, por razones puramente electorales.

Por esta razón, en el Comité de Yucra no se puede ver a ningún dirigente obrero, ni siquiera de los obreros agrícolas de Ica que fueron los primeros en movilizarse contra Dina. Por el contrario, aparece el empresario y exoficial de la Marina, Ciro Silva como representante del pueblo pobre de Lima. ¿Es decir a las barriadas de Lima que pusieron en pie las Zonas ahora las representa un empresario inmobiliario? ¡Dejen de mentir! ¡El proletariado de Lima no se movilizó por culpa de ustedes señores reformistas!

Conferencia del Comité Nacional de las Regiones de Yucra, en local del CST.

Ahora se entiende mejor el acuerdo tácito del reformismo en todas sus variantes de no convocar ni mencionar siquiera a las Zonas, todo con el fin de subordinar al proletariado a estos organismos de Frente Popular con la burguesía “patriota”. Y no solo a sus organismos, sino también a su programa. Y es que ambos Comités, el de Yucra y el de Motta, sostienen en esencia el mismo programa contrarrevolucionario.

En primer lugar, sostienen el mito de que a Castillo lo derrocó la CIA porque no les iba a renovar los contratos a las transnacionales mineras. Esto no solo es falso por las fechas de los contratos mineros como ya se ha denunciado mil veces, sino porque supone que Castillo iba realmente a expulsar las transnacionales si hubiera podido. Por favor, no mientan más.

Castillo mandó a la Marina contra los campesinos kukumas de Loreto para proteger los pozos petroleros de las transnacionales yanquis. Mandó a la policía a proteger el proyecto minero Las Bambas. Viajó hasta los Estados Unidos para asegurar que protegería sus inversiones y hasta pronunció la conocida frase colonialista “América para los americanos”. ¿En qué momento Castillo combatió a las transnacionales? ¿Por qué EEUU querría derrocarlo?

Lo que no se entiende y ya hemos advertido hace tiempo, es que la vacancia presidencial ya se ha convertido en Perú en un mecanismo de los partidos burgueses para disputarse el poder. Es decir, solo un imbécil con ilusiones democráticas podría creer que los partidos de derecha solo compiten durante las elecciones y dejan las maniobras legales o ilegales a los militares.

Así, se entiende mejor por qué Keiko quiso vacar a PPKeiko y por qué el fujimorismo vacó a Vizcarra. ¿O acaso van a decir que estos “golpes parlamentarios” también los organizó la CIA? Esta idiotez de “golpe parlamentario” la inventó Dilma Rousseff para justificar su caída frente a una derecha que había copado el Parlamento brasileño. Desde entonces, estalinistas y demás reformistas han venido sosteniendo que en Perú la derecha hace “golpes” desde el Congreso contra gobiernos “antifujimoristas” como el de PPK, Vizcarra o Castillo.

Este mito del Castillo antiimperialista es el que sostienen ambos Comités, por eso es que califican a Dina de “usurpadora”, “golpista” y traidora… a Castillo. Hay que reconocer además que lamentablemente las masas campesinas tienen todavía ilusiones en este oportunista, como se puede comprobar en sus consignas, pancartas y demandas. Pero en el caso de los dirigentes burgueses y reformistas este castillismo no es ingenuidad sino una política contrarrevolucionaria consciente que allana el camino para el regreso de Castillo al poder.

Otro aspecto del programa de ambos Comités es la omisión de las demandas elementales e históricas del proletariado industrial. Nada de salario o empleo móvil, de reponer a los despedidos, liquidar la legislación laboral fujimorista, o conquistar el control obrero de las fábricas; omisiones que resultan inevitables en Comités que no los votó ninguna base obrera.

Pero lo más reaccionario de este programa común es su nacionalismo o mejor dicho su falso internacionalismo. En el caso del Comité de Motta ya es escandaloso que llamen a la intervención de la “comunidad internacional”; pero el Comité de Yucra no se queda atrás.

En una de sus declaraciones llama a un congreso continental para expulsar a los “gringos” de América Latina, pero se cuida de no mencionar que también hay transnacionales europeas y japonesas y que además estos “gringos” están protegidos también por los Gobiernos bolivarianos de Maduro, Ortega o Fernández, que en ninguna parte Yucra llama a derrocar.

 Alberto Yucra, con gorro militar, en el local del CTS

Así Yucra puede hablar de toda la lucha antiimperialista que quiera, pero está claro que se encuentra totalmente a los pies de la burguesía bolivariana y que sus llamados a la insurrección de los soldados son para subordinarlos a los exoficiales velasquistas que están en su partido y en el de Antauro Humala. Así, su consigna de Asamblea Constituyente se convierte dentro de su programa en una trampa para preparar un Gobierno de Frente Popular ante la eventual caída de Dina Boluarte.

Las masas obreras y campesinas tienen que cargar, entonces, con toda esta cadena de direcciones contrarrevolucionarias, desde las más vendidas hasta las menos evidentes.

Así, vemos como la dirección de la CGTP ha criticado el premio recibido por la congresista Isabel Cortez; como Yucra critica a su vez a la dirección de la CGTP por dialogar con Dina; y como finalmente, nadie critica a Yucra pero algunos que se dicen trotskistas plantean consignas un poco más radicales; todo para que al final levanten en esencia el mismo programa contrarrevolucionario.

En el caso de la dirección estalinista de la CGTP su cinismo no tiene límites.

Hoy pretenden posar de revolucionarios criticando a la congresista obrera Isabel Cortez, “Chabelita”, por haber recibido la Orden del Trabajo de manos de la mismísima Dina Boluarte, olvidando que ellos también recibieron este reconocimiento del Estado burgués por sus servicios contrarrevolucionarios:

-En 1988 la recibió el entonces presidente de la CGTP, Isidoro Gamarra, de manos del Gobierno de Alan García, cuando este ya había ejecutado masacres como la Matanza de los Penales.

-En octubre de 1989, el mismo Gobierno se la dio a Pedro Huilca, a solo unos meses de la tortura y asesinato del dirigente minero Saúl Cantoral a manos de un grupo paramilitar aprista. Años después Huilca le propondría al APRA un Frente de Izquierda para “luchar” contra Fujimori.

-En 1990, el Gobierno aprista de salida se la daría a Pablo Checa Ledesma, que con Humala llegó a viceministro de Trabajo, y con Vizcarra formó parte de la lista criminal de vacunados VIP.

-El 2011, después de haber ejecutado el genocidio de Bagua, otra vez García premia a un burócrata de la CGTP, en esta oportunidad al dirigente minero Luis Castillo, defensor abierto de la inversión transnacional.

-Finalmente, el 2018 el Gobierno del empresario Vizcarra le otorga la Orden del Trabajo al mismo Mario Huamán, quien defendía por entonces su Gobierno con el verso de que estaba luchando contra la mafia fujimorista. Años antes había llamado a votar por el banquero estadounidense PPKeiko, con el mismo cuento.

¿Con qué autoridad entonces critican los estalinistas de la CGTP la traición de Chabelita? No hay, en realidad, ninguna diferencia esencial entre el Gobierno patronal de Dina y los demás gobiernos a los que la CGTP también se subordinó políticamente.

El Comité de Yucra y de los reformistas que lo publicitan, encubren y sostienen, critica a su vez a la CGTP por dialogar con Dina, pero al mismo tiempo respalda abiertamente a Castillo, denunciando un supuesto golpe parlamentario y levantando un programa contrarrevolucionario por un Gobierno bolivariano en el Perú, pidiendo además la intervención de Putin y Kim Jong-un.

Ahora bien, falsos trotskistas como los de la “Corriente Socialista de las y los Trabajadores” – CST, corresponsalía semidigital del PTS de Argentina, no critican en ningún lado a Yucra, por el contrario, hasta le han prestado su local partidario para que haga sus reuniones “soviéticas”, pero plantean evidentemente consignas más radicales como la lucha por un Gobierno de los Trabajadores. Sin embargo, ¿entraría Yucra en este Gobierno?

Evidentemente que sí, porque si para los gramscianos del CST Yucra es un representante de los obreros del sur, algo así como el cura Gapón del soviet de Petrogrado, entonces, un futuro Gobierno de los Trabajadores lo podría tener de Ministro de Defensa o mejor dicho de Comisario de Guerra. Este es pues el mismo programa de Frente Popular del estalinismo tradicional, solo que velado, oculto detrás de un juego de etiquetas.

Así, en el sur los campesinos pusieron en pie Comités, encabezados por caudillos burgueses como Yucra; luego este formó entre cuatro paredes un “Comité Nacional” que en el mejor de los casos representa solo a los campesinos del sur, no a los obreros. Sin embargo, para el CST este Comité es de las masas obreras y campesinas y Yucra es su legítimo representante.

A un claro organismo de Frente Popular el CST lo etiqueta de “obrero-campesino” y ya, por arte de magia tenemos un soviet, un embrión del nuevo poder. Así, todos los reformistas terminarán sosteniendo al mismo Gobierno patronal solo que con etiquetas distintas.

Y este truco burdo ni siquiera lo inventó el CST, se lo prestaron a Stalin, que en su momento etiquetó al Partido Radical francés de partido de la pequeña burguesía, cuando en realidad representaba a la gran burguesía, como bien denunció Trotsky en ¿A dónde va Francia?

Ahora no nos sorprendería que el CST intente a última hora lavarse las manos después de nuestra denuncia, criticando a Yucra sin nombrarlo, advirtiendo que políticos burgueses se infiltraron en el Comité para dividirlo y adocenarlo, acusándonos de sectarismo por criticar desde fuera de los “soviets”.

Sin embargo, ustedes señores neomorenistas que sí estuvieron en las multitudinarias asambleas de los soviets de Lima, ¿en qué momento y lugar denunciaron a Yucra? ¿En qué parte le dijeron a las “masas” que este Yucra era el líder de un partido de exoficiales de la Policía? ¿En qué declaración llamaron a expulsarlo como llaman a expulsar a la dirigencia de la CGPT? ¡No mientan más! ¡Son los sirvientes de Yucra! ¡Son los lacayos de izquierda del Frente Popular!

Esta gente cree que es más revolucionaria porque declara que los obreros se han levantado cuando en realidad no lo han hecho aún por culpa de sus direcciones. Creen que no sabemos que no solo se traiciona al subestimar las fuerzas del proletariado sino también al sobreestimarlas.

Finalmente, ¿no fue acaso esta sobreestimación la que llevó a la dirigencia de la CGTP a declarar la Huelga General Indefinida? Es decir, en este caso la dirigencia sabía que las masas obreras no harían huelga y para posar de revolucionarios hicieron su llamado más radical en 20 años. Quisieron hacernos creer que las masas obreras sí estaban en las calles o dispuestas a luchar, justamente para ocultar la parálisis que ellos mismos habían provocado, pero sobre todo para evitar cualquier reanimación real del movimiento.

Y es que esta es la principal consecuencia de la sobreestimación de fuerzas: mantenerlas debilitadas mientras triunfa la contrarrevolución. Se trata de otra forma de sostener al Gobierno, de traicionar la lucha revolucionaria, muy típica del anarquismo o del estalinismo del Tercer Periodo, pero que algunas veces la pueden llegar a usar hasta las dirigencias más derechizadas, como la de la CGTP.

La razón principal del retroceso actual de la revolución campesina del sur es la desmovilización del proletariado de Lima, por culpa de las direcciones traidoras que por décadas desgastaron sus fuerzas revolucionarias. Reconocer esta realidad incontestable es el punto de partida para toda política revolucionaria seria en Perú; no etiquetar de soviet obrero cualquier organismo burgués-campesino es la segunda condición indispensable.

Hoy el proletariado urbano sigue paralizado y los campesinos pobres han retrocedido. Hoy la “revolución” la están haciendo entre cuatro paredes y por Zoom los caudillos burgueses y sus lacayos reformistas que preparan un Gobierno contrarrevolucionario de Frente Popular en Perú. Hoy más que nunca debemos volver a convocar la movilización real de esos barrios obreros de Lima que pusieron en pie las Zonas, porque son organismos de este tipo los que hacen temblar a los reformistas y encabezarán el derrocamiento de la burguesía y sus generales genocidas.

Los trotskistas del NRCI llamamos a los jóvenes y obreros conscientes a luchar juntos por este ideal revolucionario; a luchar juntos para abrir en Perú o en cualquier eslabón débil del imperialismo, la revolución socialista mundial. Porque la traición que estas direcciones han ejecutado en Perú, la están perpetrando en todo el mundo apoyando la cuarentena militar del hambre, exigiendo reformas al Gobierno patronal de Boric, u ocultando que fue la Ucrania del Maidán fascista la que le declaró la guerra a Rusia cuando firmó la Plataforma de Crimea con la OTAN.

Contra estas direcciones traidoras centralizadas en el Foro Social Mundial, es que debemos seguir bregando por la refundación de la Cuarta Internacional, para darle al proletariado la dirección revolucionaria que se merece.

¡ABAJO EL GOBIERNO Y EL CONGRESO PATRONAL!

¡ABAJO EL FRENTE POPULAR DE CASTILLO Y YUCRA!

¡ABAJO EL ESTALINISMO Y EL FALSO TROTSKISMO!


Fuente: https://www.facebook.com/laizquierdadiario.pe/videos/3063242560639520

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *