CASTILLO DE ARENA

El Gobierno de Castillo se ha quitado la máscara. La salida exprés del chavista Héctor Béjar y su reemplazo por el ex toledista (como Castillo) Óscar Maúrtua en la Cancillería, marca el inicio de la derechización de este “gobierno del pueblo”. Para confirmar esto, Castillo ha firmado el Acuerdo Nacional con todos los partidos de la CONFIEP, incluido el fujimorismo, así como hicieron los presidentes “neoliberales” que lo antecedieron. Castillo cree que de esta manera evitará la vacancia que se prepara en su contra, sin embargo, ni siquiera un banquero como PPK o un empresario como Vizcarra, pudo evitarla, mucho menos podrá hacerlo un ex sindicalista despreciado por la burguesía y cada vez más alejado de los obreros y campesinos pobres que, engañados, votaron por él.
El congresista de Perú Libre, Guillermo Bermejo, dice que una persona como Maúrtua “no puede representar a un gobierno de izquierda”. Lo cierto es que lo de Maúrtua no era broma, ya recibió sus credenciales, y lo que debería hacer Bermejo más bien es preguntarse si este gobierno sigue siendo de izquierda (con todo lo gaseosa que resulta esta palabra). Para ser más precisos, como dice Cerrón, “estamos en la etapa clarioscura [sic] donde hay algo nuevo que no termina de nacer y algo viejo que no termina de morir. Ahí es donde los monstruos aparecen”. Así es: la ilusión de un gobierno bolivariano dirigido por Perú Libre está muriendo, mientras emerge el monstruo de un nuevo gobierno derechista de la CONFIEP.
Como nos advierte el camarada Cerrón: “La derecha quiere más, quiere ganar el gobierno, pese a perder las elecciones. No les basta haber retirado al canciller Béjar, quieren desnaturalizar al Gobierno, haciéndolo renunciar a sus propuestas primigenias por las que ganó las elecciones. ‘Golpe encubierto al descubierto’”. Así, estaríamos frente a un nuevo tipo golpe, el “golpe encubierto”, medida que no buscaría derrocar al presidente, sino hacerlo renunciar a sus propuestas, a su partido, a su ideología misma. Pero ¿cómo operó este golpe contra Castillo?, ¿lo “secuestraron” como a Humala y le lavaron el cerebro? El neurocirujano Cerrón no nos da los detalles de esta lobotomía política encubierta, pero está claro que este gobierno ya no es, o nunca fue, un “gobierno del pueblo”.
Lo más probable, sin embargo, es que luego de este golpe al cerebro de Castillo, se produzca igual un “golpe parlamentario”, es decir, su vacancia por votación mayoritaria del Congreso. Esto es totalmente factible porque, aunque la derecha perdió la Presidencia de la República, ganó las elecciones parlamentarias con ventaja. Para ser más precisos: en realidad el izquierdista Castillo ganó apretadamente la segunda vuelta únicamente porque se enfrentó a la hija corrupta de un dictador corrupto; si hubiera competido con cualquier otro candidato de derecha, hubiera perdido de forma penosa. La derecha corrupta tiene, entonces, todo servido para vacar a Castillo, no importa que tanto este se derechice, lo vacarán igual, porque estos partidos no solo buscan salvar los privilegios de las grandes empresas sino su propia cuota de poder político.
Evidentemente este “golpe parlamentario” no tiene nada que ver con un verdadero golpe de Estado, ya que este ocurre únicamente cuando un gobierno democrático es derrocado por un levantamiento militar o por una insurrección fascista. En realidad, desde el punto de vista liberal, un Estado es más democrático en la medida de que su parlamento posee más poder político. Así el régimen parlamentario es, bajo el capitalismo, el más democrático, mientras que el llamado régimen “presidencialista”, tan usual en América Latina, sería una forma intermedia entre el parlamentarismo y la dictadura militar pura. La vacancia presidencial no impondría, entonces, un cambio de régimen a uno más dictatorial, sino simplemente un cambio de gobierno bajo el mismo régimen presidencialista burgués.
Lo mismo ocurriría si vacan a Castillo, simplemente estaríamos frente a un cambio de gobierno, operado seguramente de forma semilegal según las normas de un régimen presidencialista semidemocrático. Y algunos saldrán seguramente a exigir respeto irrestricto de la legalidad; y otros seguramente hablarán de las ventajas del presidencialismo frente al parlamentarismo; pero sobre todo veremos a los chavistas y “marxistas” defender a Castillo porque, según ellos, es el único que puede representar los intereses de las masas explotadas del país. Es decir, la lucha contra el “golpe parlamentario” no tendría nada que ver con la táctica bolchevique de defender las libertades democráticas, sobre todo las libertades de las organizaciones obreras, de la amenaza de un golpe bonapartista o fascista. La única razón para defender a Castillo sería la confianza y respaldo político a su gobierno y su gabinete patronal. Estas son, pues, las razones del oportunismo y el servilismo de izquierda.
Ahora bien, tampoco está descartado que Castillo sea derrocado por vía militar, como podría haber sucedido en junio cuando se lo acusó de haber ganado las elecciones con fraude. En este caso, los revolucionarios sí estaríamos en la obligación de defender militar pero no políticamente su gobierno de un levantamiento de oficiales o milicias fascistas, llamando a las masas armarse y a poner en pie sus propios organismos de lucha, manteniendo siempre la más absoluta independencia política de clase, ya que lo que está en juego son las libertades democráticas más elementales y, dentro de ellas, las libertades de las organizaciones obreras y campesinas. Lo mismo haríamos si el gobierno de Castillo fuera amenazado por una invasión de tropas extranjeras.
Lo más probable, sin embargo, es que Castillo sea vacado por el Parlamento, así como sucedió con Vizcarra, pero con consecuencias muy distintas. Contra la vacancia de Vizcarra se movilizó la clase media de Lima bajo consignas reaccionarias como “por la estabilidad y la gobernabilidad”; contra la vacancia de Castillo se movilizarían, por el contrario, las masas de obreros y campesinos pobres de provincias, con consignas por la Asamblea Constituyente, la reforma agraria y el aumento de salarios, consignas que reflejan sus falsas ilusiones en este gobierno. En este caso, los revolucionarios no podríamos rechazar participar de estas movilizaciones como sí rechazamos correctamente participar en la “revolución del bicentenario” que condujo a un gobierno que masacró obreros agroindustriales y llenó las cárceles de presos políticos. Se debe respaldar las consignas progresivas de las masas, pero planteando siempre un camino de autoorganización y autodefensa totalmente independiente del gobierno de Castillo y de Cerrón y su partido de empresarios dinámicos.
En el gobierno de Castillo no se puede confiar jamás. En solo 19 días la Marina terrorista de Montesinos lo puso de rodillas, sacando un canciller y obligando al premier a declarar su “alta consideración” por las fuerzas armadas genocidas de la patronal. Como advertimos en nuestra editorial de abril: “¿… acaso alguien puede dudar del fracaso de un eventual gobierno de Castillo? Ya sin gobernar se ha puesto a los pies de la CONFIEP…”[i]. Peor sería si la Marina se decidiera a derrocar a Castillo: lo veríamos huir como Evo Morales o suicidarse como Allende antes de darle armas a los explotados. Es por esta razón que los campesinos pobres de Las Bambas están presionando a sus dirigentes para romper la tregua y retomar su lucha contra la minería transnacional desde abajo. Debemos luchar porque este combate se desarrolle hasta conquistar el derrocamiento revolucionario del gobierno patronal de Castillo, única vía no solo para alcanzar un verdadero gobierno del pueblo pobre, sino para evitar hundirnos otra vez en el horror y los crímenes de una dictadura militar o fascista.
A la dictadura reaccionaria del capital, debemos oponer la dictadura revolucionaria del proletariado que, triunfando en todos los países sobre todo en los más avanzados, garantizará la transición al verdadero socialismo mundial, sobre los escombros del imperialismo. Derrotas militares como la de Afganistán nos muestran sus límites, victorias como la Revolución de Octubre nos muestran el camino. En Perú, los que luchamos por la refundación de la Cuarta Internacional debemos seguir combatiendo al reformismo “movilizados en las calles, contra las bandas fascistas pero también contra la policía genocida ahora bajo el mando de este nuevo títere del capital, tan sólido como un castillo de arena”[ii]
[i] https://zonaobrera.wordpress.com/2021/04/14/ni-fujimorismo-ni-chavismo-votemos-por-la-revolucion/
[ii] https://zonaobrera.wordpress.com/2021/07/23/un-nuevo-gobierno-de-la-patronal/