NI FUJIMORISMO, NI CHAVISMO: LUCHEMOS POR EL VERDADERO SOCIALISMO

Keiko Fujimori, la hija corrupta del dictador más corrupto del Perú, ha sido derrotada por tercera vez en una segunda vuelta presidencial. Los dirigentes reformistas celebran su derrota y anuncian que con Pedro Castillo y Perú Libre se abre una era de cambios progresivos y hasta revolucionarios. Sin embargo, ¿no nos dijeron lo mismo cuando Humala le ganó a Keiko el 2011, o cuando el mismo Alberto Fujimori le ganó la elección a Vargas Llosa en 1990?

En 1990, Fujimori era el candidato emergente, sin pasado político que ofrecía defender los intereses del pueblo frente a un intelectual acomodado de ultraderecha. Por esta razón, los dirigentes sindicales y reformistas de entonces, reunidos en Izquierda Unida, llamaron a votar por Fujimori, en algunos casos “críticamente”, como “mal menor”. El resultado de este error, o mejor dicho de este crimen, es conocido por todos. En una entrevista realizada en 1991, el fenecido Javier Diez Canseco reconocía que: “Nosotros no nos dimos cuenta que Fujimori simplemente cambiaría de bando y conseguiría el apoyo de las fuerzas militares e imperialistas”. Dos décadas después, tampoco se dieron cuenta que Humala terminaría masacrando Cajamarca, privatizando más la salud, e impulsando una reforma laboral que no fue derrotada por los dirigentes que lo llamaron a votar, sino por los jóvenes no sindicalizados más explotados de Lima, autoorganizados en Zonas.

Diez años después alguien podría pensar que esta gente logró aprender algo de sus “errores” más recientes e históricos y, sin embargo, no importa cuantas veces se equivoquen y se vuelvan a equivocar, no importa cuantas veces reconozcan su “error” y prometan enmendarlo, una y otra vez llamarán a votar por el “mal menor” nacionalista o hasta liberal que candidatee, porque para esta gente “fuera de las elecciones todo es ilusión”. ¿Pero qué son estas “elecciones” que les genera tanto respeto y veneración? ¿De qué democracia habla esta gente? Lenin escribió en 1918: “Es lógico que un liberal hable de ‘democracia’ en términos generales. Un marxista no se olvidará nunca de preguntar: ‘¿Para qué clase?’”. Lenin no dijo “con el perdón de sus pelotudeces democráticas”, dijo “¿democracia para qué clase?”. Y los trotskistas les preguntamos ahora a los “leninistas” supervivientes de Izquierda Unida ¿esta democracia de la constitución fujimorista, a qué clase social sirve? ¿O vivimos ya la democracia obrera y no nos dimos cuenta? ¿O acaso están sugiriendo que el triunfo de Castillo transformará pacíficamente la democracia burguesa en democracia obrera y rondera?

Los dirigentes socialdemócratas, estalinistas y seudotrotskistas no responderán estas preguntas, porque hacerlo implicaría tocar la esencia de la cuestión política: ¿qué clase tiene el poder? Y más específicamente ¿qué clase tiene el poder político-militar en sus manos? Con su fraseología electoral lo que en realidad estos traidores le están diciendo a las masas desarmadas y explotadas de este país es que el poder se toma doblando y metiendo un papel en una cajita y no desarmando a la casta de oficiales corrupta y genocida que se presenta cínicamente como “garante neutral de la fiesta democrática”. En un país de golpes militares ¿alguien puede creer en esta idiotez? Ni siquiera Velasco fue neutral, porque según el cuento de los estalinistas Velasco tomó partido por los pobres. Los militares no son neutrales, han tomado partido, y su partido es el statu quo capitalista. La reciente masacre en el VRAEM es una prueba fresca de esto. Por lo tanto, sin destruir el aparato militar-policial de la burguesía es imposible hablar de ningún cambio socialista, siquiera progresivo. Toda la historia del Perú, de América Latina y del mundo es la prueba irrefutable de esta verdad elemental.

Lamentablemente la historia es sometida y humillada constantemente por la prensa y la academia, burguesa y pequeñoburguesa. La socialdemocracia que apoyó la primera guerra mundial y capituló ante Hitler, se presenta hoy como pacifista y antifascista. El estalinismo que pactó con EEUU en la segunda guerra mundial y apoyó la creación del Estado de Israel, se presenta ahora como antiimperialista y antisionista. Y los falsos trotskistas que llamaron a votar por Humala el 2011 y luego negaron haberlo hecho, hoy llamaron a votar por Castillo, es decir, por el nuevo Humala. Y la excusa es la misma de siempre: “había que derrotar a los golpistas de la CONFIEP”. Sin embargo, nos preguntamos ¿acaso los golpes se crean o destruyen en las urnas? Ciertamente el partido nazi participó de las elecciones parlamentarias de 1930 pero en estas solo obtuvo la tercera parte de los votos y esto le bastó para tomar el poder tres años después. Keiko ha obtenido el 49.823%, ¿no debería solo este hecho hacer sonar la alarma de los defensores “marxistas” de la “democracia” en términos generales?

Nada de eso. Los “marxistas” en términos generales celebraron inmediatamente el triunfo de Castillo esperando que los golpistas acepten su derrota democrática. Sin embargo, los golpistas del fujimorismo mostraron ese coraje propio de dirigentes políticos que sí defienden los intereses de su clase. Keiko denuncia fraude y lo está haciendo de la forma más burda posible lo que debería generar más pánico aún porque confirma que su vía al poder ejecutivo no es o no será legal. Lo que en realidad se está preparando son medidas de fuerza, medidas que necesitan tener respaldo popular pero no necesariamente del 51%. ¿Esta amenaza de golpe militar fujimorista justifica entonces el apoyo político al ex toledista Pedro Castillo? Repasemos la historia. En 1990 Izquierda Unida llama a votar por Fujimori contra Vargas Llosa rechazando toda forma de lucha armada y sembrando falsas ilusiones en las elecciones capitalistas. Fujimori gana las elecciones y luego sirve de fachada para un nuevo golpe militar con apoyo de la embajada de EEUU. Los golpistas asesinan miles de obreros y campesinos que desarmados votaron por Fujimori siguiendo los consejos de Izquierda Unida. Los que sobreviven tienen que sufrir el hambre, la enfermedad y las esterilizaciones propias de un régimen desenfrenado. Algo parecido sucedió en Chile en 1973, solo que allí hubo un Allende que prefirió morir antes que darle armas a los obreros y campesinos pobres.

¿Será Castillo un nuevo Allende o simplemente será un nuevo Humala o, peor aún, será un nuevo Fujimori? En realidad, nadie puede saberlo, sin embargo, de algo sí estamos completamente seguros: si los explotados no se arman serán aplastados. Y con esto no nos referimos solo a un posible gobierno fujimorista producto de una intentona militar, sino también al futuro gobierno del profesor Castillo ya sea que se derechice o se mantenga alineado con el bolivariano Cerrón (algo muy poco probable). No enumeraremos aquí todos los crímenes cometidos por los gobiernos bolivarianos contra las masas desarmadas de Nicaragua, Bolivia, Venezuela, etc., todos aliados de los gobiernos genocidas de Gadafi y Al-Asad, lo que probaría que su sometimiento a Cerrón tampoco salvaría a las masas de ser masacradas. Simplemente les hacemos recordar a los “marxistas” en términos generales que mientras el actual Estado al servicio de los opresores siga en pie, las masacres contra los oprimidos se seguirán produciendo indefinidamente. Y aquí tampoco se aplica la frase “mata pero hace obra”, porque el capitalismo está tan podrido que ya ni reformas mínimas permite. Considerando la actual crisis mundial producto de la cuarentena militar del hambre es seguro que el gobierno de Castillo, si no es derrocado, será aún más cínico, hambreador y represor que el gobierno enrutado de Humala.  

En todo caso, también debe quedar claro que Castillo no es ningún freno contra el golpismo, por el contrario, cuanta mayor sea su influencia en las masas estás seguirán desarmadas, esperando que los cambios vengan de arriba y no de su acción independiente por abajo. En Chile, la vía pacífica al socialismo terminó con el triunfo del general Pinochet ascendido por el mismo Allende meses antes del golpe. En Perú, la campaña de Izquierda Unida por el mal menor terminó con la victoria electoral de Fujimori que sirvió de fachada para la acción militar golpista. Hoy hay imbéciles que se dicen trotskistas y que creen que gracias a sus posts en Facebook Castillo obtuvo los votos que le faltaban para vencer a Keiko. Y es que la historia se repite dos veces decía Marx, una como tragedia y otra como comedia. Sin embargo, no hay tiempo para bromas. La vanguardia proletaria debe tener claro que cada vez están más cerca las horas más decisivas. Los campesinos pobres del sur quieren pelear, están ilusionados en Castillo pero esas ilusiones se romperán cuando este oportunista les muestre su verdadero rostro.  

El proletariado debe convertirse en caudillo de estos campesinos y de todo el pueblo pobre. La burguesía nativa bolivariana de Perú Libre, esa que ha obtenido millonarios contratos inmobiliarios con el gobierno regional de Junín, no representa los intereses de los obreros que explota ni de los campesinos que desprecia. No, nuestra burguesía no es ni patriótica ni democrática como creían los maoístas de Sendero Luminoso. No, el ex aprista Guillermo Bermejo no es nuestro Robespierre. El tiempo de las revoluciones democrático-burguesas ya pasó hace rato. Ahora toda la economía mundial se encuentra bajo el dominio del capital. Ahora le toca el turno a la revolución socialista, a la revolución permanente que teorizó y dirigió León Trotsky en Rusia y extendió a todos los países atrasados. En América Latina la revolución permanente busca abrirse paso en Chile, en Colombia. Es hora que las masas peruanas se sumen a esta lucha continental y mundial por su liberación.

Es cierto que Keiko ha obtenido el apoyo de la pequeña burguesía pobre de la ciudad aislando a los obreros y a los campesinos pobres combativos, sin embargo, no debemos olvidar que esta derechización es producto del apoyo de los reformistas al falso socialismo venezolano y a liberales como PPK o Vizcarra. No debemos olvidar que estos reformistas apoyaron la “revolución” contra la vacancia de Vizcarra, “revolución” que tuvo el apoyo de la mayoría de limeños, sí, de la misma mayoría que luego le daría su voto a Keiko Fujimori. Para volver a conquistar la alianza revolucionaria de todos los explotados es necesario que el proletariado rompa con los reformistas y los bolivarianos.

Castillo es el zorro vestido de oveja, es el opio de las falsas promesas. En contra de esta trampa, los revolucionarios debemos llamar a las masas a movilizarse como en Chile y Colombia, y a autoorganizarse y armarse para hacer frente a cualquier intentona golpista, agitando como en Bolivia la consigna ¡Ahora sí guerra civil!, llamando también a la insurrección de los soldados rasos. Los obreros deben mantener la más absoluta independencia política de clase luchando por sus reivindicaciones, pero comprendiendo que bajo el capitalismo ninguna reforma será posible, ni siquiera una verdadera Asamblea Constituyente.

Solo bajo un gobierno de obreros y campesinos pobres, solo bajo la dictadura del proletariado, expropiando a la burguesía e impulsando el socialismo en todo el continente y sobre todo en los países avanzados, será posible la victoria definitiva sobre los corruptos y explotadores. Como hemos visto los dirigentes reformistas se oponen a muerte a esta victoria porque con ella mueren también sus privilegios sindicales, parlamentarios o mercenarios. Por esta razón, los verdaderos socialistas, aunque aislados, debemos seguir peleando por nuestro partido revolucionario y por la refundación de la Cuarta Internacional.

¡NINGUNA CONFIANZA NI APOYO A CASTILO Y PERÚ LIBRE!

CONTRA EL GOLPISMO: ¡ARMAMENTO Y AUTOORGANIZACIÓN!

¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA MUNDIAL!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *