DE TAMBO A LA OROYA: Masacre burguesa o expropiación obrera

Los obreros mineros siguen peleando por su derecho sagrado al trabajo…

PROTESTA DOE RUN 2

La izquierda reformista se divide las tareas para que las transnacionales puedan vencer

Ahora resulta que ese mismo gobierno que ha bañado de sangre Cajamarca y Arequipa en defensa de la contaminación y ganancias mineras se ha convertido frente a Doe Run en un superhéroe ambiental. Desde la dictadura del japonés Fujimori esta empresa yanqui ha venido saqueando los recursos mineros del centro del país (en Junín y Huancavelica) sin pagar prácticamente ningún impuesto y profundizando la contaminación capitalista que desde el siglo XIX de forma ininterrumpida llena de plomo la sangre de los niños reduciendo la esperanza de vida a ¡40 años! Sin embargo, sus trabajadores se han venido alzando heroicamente a los largo de la historia como en noviembre de 1971 donde su huelga terminó en masacre a manos del gobierno nacionalista burgués de Velasco Alvarado a los pies de la también norteamericana Cerro de Paso Cooper Corporation. Ahora los trabajadores han vuelto a salir a las calles para defender su puesto de trabajo del que depende la alimentación de sus hijos de la mano del pueblo pobre de la Oroya.

Sin embargo, por responsabilidad exclusiva de los dirigentes mineros de la CGTP, apoyados en la ínfima aristocracia obrera, se pretende subordinar la lucha de los trabajadores a la contabilidad de empresas extranjeras multimillonarias: “Solo pedimos, como la empresa ya está en rojo y no se puede pagar nuestros sueldos, que la OEFA no ejecute la cobranza coactiva, que la realice en el futuro. Doe Run Perú tiene otros activos y la OEFA en el futuro puede cobrarse de ellos, pero nosotros queremos asegurarnos el pago de nuestros sueldos“, dice el sindicalista amarillo Luis Castillo, representante ejemplar de todo el servilismo de los funcionarios de Mario Huamán. Estos son pues los sindicalistas del frente de izquierda “ÚNETE” encabezado por el asesino de Bagua, Yehude Simon. Por su parte, la izquierda “ecologista” encabezada por el cura Arana y SEMBRAR sale en los hechos en defensa del gobierno justificando la masacre del pueblo de la Oroya continuando con su política de separar a los campesinos pobres de los obreros explotados por las mismas transnacionales que contaminan sus tierras.

La política de la izquierda reformista es clara: por un lado los obreros deben luchar por sus derechos sin preocuparse de la contaminación minera que ellos mismos sufren, por otro los campesinos pobres no deben plantear ninguna alianza con los obreros porque su lucha es “anti-minera”. Luis Castillo y el cura Arana son en realidad las dos caras de una misma política al servicio de las transnacionales, porque bien saben que “divide y vencerás”. ¿Acaso los trabajadores mineros de la Oroya no tienen siguiera el derecho mínimo capitalista a un puesto de trabajo, es decir, el derecho a ser explotados para poder comer?, ¿acaso los trabajadores son responsables de la política de dirigentes despóticos que excluyen de sus sindicatos al 70% de obreros mineros, la mayoría jóvenes esclavizados en services?, ¿acaso es tan difícil que los dirigentes mineros se reúnan con los dirigentes campesinos para elaborar una sola propuesta del pueblo pobre contra el enemigo común extranjero?, ¿por qué es tan fácil verlos juntos para las elecciones acusando de divisionista a cualquiera que ose criticar su vulgar oportunismo pero es tan difícil verlos unidos cuando se trata de preparar una lucha conjunta contra la minería capitalista transnacional?

La respuesta a estas preguntas es sencilla: ellos no defienden ni los intereses de los obreros ni de los campesinos. Es que todos estos miserables que ahora desesperados se pelean las listas electorales son los mismos que pusieron su hombro político para que el ejército de Velasco masacrara a los campesinos y niños de Huanta en 1969 y a los obreros de Cobriza en 1971. Son los herederos de Felipillo, el cura ruso Gapón y de todos esos amarillos que durante décadas han traicionado las luchas pueblo pobre en nombre de la “vía pacífica al socialismo”. Son esos mismos que generan simpatías en la clase media privilegiada pero que producen repugnancia en la vanguardia obrera consciente. Ahora frente a la Oroya es que podemos ver su verdadero rostro: unos han encontrado la ocasión propicia para maldecir a esos obreros que siempre despreciaron, los otros aparecen como simples mercenarios sindicales de la patronal minera. Esta es la izquierda reformista que se ofrece como alternativa a la derecha burguesa que discute formalismos ambientales pero se pone de acuerdo para sacar nuevas leyes bonapartistas como la “Stalker” o la nueva licencia policial para matar.

La burguesía se ha hecho de distintos discursos para justificar la masacre del levantamiento de la Oroya. Y es que para liquidar (como en Tambo) las manifestaciones de la clase trabajadora combativa, la burguesía y su prensa necesitan justificar el derramamiento de sangre contra un pueblo inocente. No conforme con permitir el saqueo de nuestros recursos y contaminación minera,  el estado burgués impulsa ahora bajo la máscara del “ambientalismo”, el desahucio y la muerte del pueblo pobre de La Oroya, luego de lanzar una campaña de persecución y represión al movimiento popular en Lima y sobre todo en Arequipa, encarcelando sin juicio a sus Espartambos para beneficio de la minería capitalista. La burguesía y los obreros no pueden tener un interés común, cuando gana uno pierde el otro siempre sin excepciones. ¿Acaso los obreros de la Oroya tienen garantizado su trabajo con Doe Run u otro explotador minero? ¿No es evidente que los obreros están siendo engañados burdamente por sus dirigentes?  Este conflicto no se trata sólo de si hay o no contaminación. ¡NINGÚN CAPITALISTA LE PAGARÁ NADA A LOS OBREROS NI LE INTERESA DARLES TRABAJO! Lo único que les importa es obtener plusvalía y cuando más facilidades tengan para despedir será mejor para ellos.

Humala no ha masacrado la Oroya en defensa del medio ambiente, sino por órdenes de los capitalistas que se están disputando una de las minas más grandes del continente. Es por esta razón que las demandas objetivas de los obreros chocan directamente con las transnacionales y con su Estado lacayo aunque sus dirigentes las presenten como ajustadas a la patronal. Desde siempre el Estado peruano a estado a los pies de los EEUU, la firma del TLC-USA (que Doe Run ha utilizado legalmente) es prueba de ello. Pero esto viene de más atrás. Como ya dijimos, la masacre de Cobriza demuestra que Velasco, el héroe nacionalista de la izquierda mercenaria, también se puso a los pies de los grandes barones del cobre. Su “nacionalización” con indemnización en 1974 significó un jugoso negocio para el imperialismo, dejando al país con el triple de deuda externa desde la “revolución” del 68. Luego vendría su privatización bajo Fujimori en los 90’s, instalándose la norteamericana Doe Run, transnacional que mediante legalismos ha evitado cualquier tipo de pago referente a los costes ambientales.

En mayo el Cura Arana de SEMBRAR declaraba que la supuesta liquidación de Doe Run era un ejemplo de la “ética” de la Sociedad Nacional de la Minería. Ahora frente a la masacre solo les queda maldecir a esos humildes trabajadores que solo buscan defender su puesto de trabajo. Lo cierto es que si de verdad les preocupara el medio ambiente y fueran consecuentes con su discurso sobre una “economía alternativa a la minería”, entonces, plantearían el cierre de las minas sobre la base de su expropiación. Aquí es donde saltan indignados y gritan “¡no! nosotros no estamos contra la minería capitalista, solo pedimos que se haga con responsabilidad social y ecológica”, es decir, piden paz a los señores de la guerra. El capitalismo no puede ser reformado, debe ser destruido. En el mercado mundial los monopolios mineros compiten por reducir sus costos y así mantener las empresas a flote, pretender ocultar las leyes del capitalismo descubiertas por Marx bajo el manto de frases humanitarias a estas alturas es una estafa consciente. Por siglos se ha buscado reformar la minería bajo el Estado burgués y el resultado son doscientos años de plomo en la sangre.

La única salida que tienen los trabajadores es la unidad con las comunidades campesinas y con todos los explotados del país, con los jóvenes proletarios del movimiento zonal de Lima, con los estudiantes de las universidades públicas, con el conjunto del pueblo pobre.

¡EXPROPIACIÓN SIN PAGO DE LA MINERÍA TRANSNACIONAL BAJO CONTROL OBRERO Y CAMPESINO!

¡AGRO TECNIFICADO SÍ, MINA CAPITALISTA NO!

¡LOS DIRIGENTES SINDICALES DEBEN SER GUIAS PARA LA LUCHA Y NO VOCEROS OFICIOSOS DE LA PATRONAL!

¡POR LA UNIDAD DEL OBRERO MINERO Y CAMPESINO CONTRA EL TLC-USA Y SU GOBIERNO ASESINO!

¡ABAJO LA LLEGADA DE MILITARES YANQUIS AL PAÍS!

¡POR UNA MOVILIZACIÓN COMBATIVA EN TODO EL PAÍS POR TODAS NUESTRAS DEMANDAS!

¡ES HORA DE LUCHAR, NO DE HACER CAMPAÑA!

¡ABAJO EL GOBIERNO Y TODAS SUS LEYES DICTATORIALES!

¡QUE VUELVAN LOS ESPARTAMBOS, POR COMITÉS DE AUTODEFENSA PARA HACER FRENTE A LA POLICÍA ASESINA!

¡LIBERTAD A LOS ESPARTAMBOS, A LOS LIUCHADORES DE BAGUA Y A TODOS LOS PRESOS POR LUCHAR!


El seudo-trotskismo no podía dejar de embarrarse también en el fango de la política pequeño-burguesa. El principio marxista de independencia política de clase está fuera de sus planteamientos. La LIT-CI en Perú, por ejemplo, viene impulsando un programa sindicalero nacional que no tiene nada que envidiar a la izquierda estalinista tradicional. Su influencia nefasta se hizo sentir desde el primer acto público de la llamada “Red Solidaria de Trabajadores” donde fue invitado el verdugo de Bagua Yehude Simon. Luego fueron parte de un exclusivo foro sindical de la burocracia minera de la CGTP, mientras la Arequipa revolucionaria se desangraba sin decir una palabra sobre su política de abandonar a los campesinos pobres de Tambo. Pero también han abierto sus puertas a la burguesía regional de SEMBRAR ubicándola en el “campo de los trabajadores”. Es que repetimos: para esta gente sin padrinazgos en el sector “progresista” de la CONFIEP (Lescano, Rimarachin, etc.) no sería posible dirigir un sindicato.

Contra toda esta fauna variopinta de oportunistas, ilusos y resignados se levanta nuestra organización bajo los principios revolucionarios de Marx, Lenin y Trotsky. El único camino que tienen los trabajadores es conquistar su unidad, volver a poner en pie la alianza obrero-campesina, porque este es el único camino para alcanzar el pan y una tierra limpia de minerales. Los obreros mineros de Bolivia también han salido a pelear y toda Latinoamérica sigue resistiendo aún los ataques del imperialismo, garantizados no solo por los gobiernos “neoliberales” sino también por los “bolivarianos” que izando la bandera yanqui en Cuba demuestran a quien realmente representan. Los obreros conscientes no pueden confiar más en estas direcciones: o estos rompen con su política reformista al servicio del imperialismo o las bases rompen con ellos y ponen en pie nuevas direcciones y organizaciones independientes de cualquier fracción patronal.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *