UN PROGRAMA DE ACCIÓN PARA PERÚ
- El capitalismo mundial está en su fase imperialista, monopólica, de decadencia y agonía, pero también de transición objetiva al socialismo mundial. La economía del Perú forma parte de esta realidad mundial y, por tanto, también forma parte de este proceso de transformación socialista. Si bien el Perú, como toda América Latina, es un territorio atrasado y semicolonial, posee enclaves de inversiones imperialistas que han creado un proletariado objetivamente capaz de imponer su dictadura revolucionaria con el apoyo de millones de pequeños productores del campo y la ciudad. El triunfo de la dictadura del proletariado en el Perú no supone, sin embargo, el triunfo del “socialismo en un solo país”, sino únicamente el inicio de una revolución internacional que debe conquistar los países avanzados para sostenerse y garantizar la construcción del verdadero socialismo, que será mundial o no será. Las condiciones objetivas para esta victoria están dadas, únicamente se debe a las direcciones reformistas cada una de las derrotas del proletariado peruano, latinoamericano y mundial.
- En 1917 el proletariado tomó el poder en Rusia, bajo la dirección del partido bolchevique de Lenin y Trotsky. Sin embargo, esta revolución socialista quedó aislada lo que provocó bajo ciertas condiciones que el joven Estado obrero degenere burocráticamente bajo la dirección de Stalin y sus lacayos. No obstante, el proletariado continuó combatiendo en todo el mundo, a pesar y en contra del estalinismo y demás direcciones contrarrevolucionarias. El proletariado peruano participó también de estos combates, alcanzando su cima revolucionaria a fines de la década de los 70. Sin embargo, los reformistas desviaron su lucha hacia la Asamblea Constituyente de la dictadura militar y luego a la trampa electoral o la acción guerrillera aislada. Así, el reformismo, comandado por Fidel Castro, traicionó la revolución peruana y latinoamericana, derrota que preparó las condiciones para la restauración del capitalismo a manos de la misma burocracia estalinista en pacto con el imperialismo.
- La nueva revolución latinoamericana iniciada a fines de los 90, tuvo que superar este periodo reaccionario marcado por la restauración capitalista, y soportar nuevamente la dirección perjudicial del reformismo, que subordinó al proletariado a las burguesías nativas bolivarianas. En Perú, este proceso revolucionario se expresó en la movilización de los explotados que provocó la caída del gobierno de Fujimori y en una serie de levantamientos regionales contenidos por el reformismo. Asimismo, mientras estallaban huelgas en Europa contra la crisis, el Magreb se estremecía por la guerra civil, y en Chile se marchaba contra el lucro en la educación, en Perú los explotados de Bagua se levantaban en armas, y los del sur intentaron boicotear dos elecciones presidenciales. Algunos años después, mientras los explotados de México marchaban contra la masacre de Ayotzinapa y los de Ucrania se armaron contra el fascismo, en Perú la juventud explotada ponía en pie las Zonas, como órganos embrionarios de doble poder. Así, la lucha de clases nacional estuvo conectada directa o indirectamente con la lucha de clases mundial, a pesar del reformismo.
- En el 2019 se desarrolló una nueva recesión mundial y también se desarrollaron movilizaciones revolucionarias en Hong Kong, Francia y América Latina. En el caso del Perú, su economía mantenía un crecimiento rastrero sostenido en parte por las inversiones estatales de China, que viene actuando desde principios de siglo como intermediaria del verdadero capital financiero. Este factor económico, y las maniobras políticas del gobierno de Vizcarra (“anticorrupción”, referéndum, y autogolpe) contuvieron la lucha de clases en el país, con la colaboración directa y abierta de las direcciones reformistas. Es en este contexto en que se impone a principios del 2020, la cuarentena militar del hambre con el pretexto de la pandemia de coronavirus. Los reformistas, por su parte, hasta boicotearon el 1 de Mayo para sostener esta militarización y en Chile llamaron a “detener la revolución”, como si esta fuera la primera y única pandemia que sufrieran los explotados.
- Sin embargo, el hambre y la opresión impuestos por la cuarentena burguesa provocaron el levantamiento de los explotados de Italia, Líbano, EEUU, Serbia y de varios países de América Latina, rechazando abiertamente toda cuarentena o marchando en las calles a pesar de ella. En Perú, fueron los millones de comerciantes callejeros los que iniciaron la lucha contra la cuarentena, a la que se sumaron los obreros de construcción civil, de limpieza (SITOBUR) y del sector minero (Marsa). En noviembre la dirección reformista de la CGTP no pudo evitar la movilización de sus bases en todo el Perú, y esto empujó en parte a que el Congreso patronal vacara a Vizcarra. No obstante, la vacancia provocó movilizaciones pequeñoburguesas en apoyo de la inmunidad presidencial, movilizaciones reaccionarias que terminaron solo cuando ascendió al poder Sagasti, como representante de los congresistas que habían apoyado a Vizcarra. Lo primero que haría Sagasti es endeudar al país y continuar con la política esclavista y privatista de Vizcarra, con el respaldo de la “generación del bicentenario” que lo llevó al poder. Sin embargo, la verdadera juventud explotada se manifestaría en la agroindustria de Ica y Virú, bloqueando carreteras y enfrentando a la policía, lucha que lamentablemente terminó en una derrota parcial por responsabilidad de los dirigentes sindicales reformistas que capitularon al gobierno de Sagasti.
- Las direcciones reformistas (estalinistas, socialdemócratas y falsos trotskistas) han, así, llevado a la derrota cada una de las luchas del proletariado peruano. Llamaron a votar por el cipayo Toledo, por el bolivariano Humala y hasta por el banquero PPK. Sostuvieron también el gobierno del empresario Vizcarra hasta que se vieron obligados a pedir su vacancia. Luego apoyaron las marchas reaccionarias en su favor, para finalmente capitular ante Sagasti pidiéndole que convoque una Asamblea Constituyente. Está claro que el proletariado necesita una nueva dirección para vencer, y esta solo puede provenir de un verdadero partido obrero revolucionario que sea parte de la refundación de la Cuarta Internacional. Sin embargo, tampoco podemos caer en el pantano del anarquismo que es la otra cara del reformismo. Debemos estimar las etapas, ritmos y momentos de la lucha de clases para trazar las consignas de agitación más justas. En el Perú, como en toda América Latina, por culpa del reformismo, el proceso revolucionario es de ritmo lento y, por tanto, la lucha “intermedia” por la autoorganización y autodefensa de los trabajadores es la principal consigna para orientar a las masas en el camino a la toma del poder.
- La lucha por el salario y empleo móvil es una consigna de transición imprescindible en Perú, donde el costo de vida es cada vez más alto y los despidos masivos continúan, ahora con el pretexto de la pandemia. Esta lucha no debe limitarse a los sindicatos burocratizados, porque a estos pertenecen solo una minoría del proletariado industrial. Se deben plantear asambleas de base con delegados revocables y rotativos, para formar nuevos organismos como comités de lucha, de fábrica, de autodefensa, etc. Los comités de fábrica deben estar dirigidos a imponer el control obrero de la producción. En relación a la pandemia, debemos priorizar la agitación en los infectados para los que la cuarentena no sirve de nada, y en los despedidos que no tienen qué comer. Ellos serán la vanguardia obrera contra la cuarentena militar del hambre que también afecta a la pequeña burguesía pobre del campo y la ciudad. Se debe, así, plantear la expropiación sin pago y bajo control obrero de todo el sistema de salud, la distribución gratuita de vacunas, y la aplicación de pruebas masivas para el confinamiento únicamente de ancianos y enfermos crónicos. Contra el sobrendeudamiento y el hambre se debe plantear la confiscación de bancos y supermercados. En esta lucha se debe plantear la unidad de clase con los obreros migrantes de Venezuela, defendiendo su derecho al trabajo y la ciudadanía.
- Estas consignas de transición también se aplican al proletariado agroindustrial, sin embargo, hay que tener en cuenta que además de los obreros de planta, existe una mayoría de jornaleros agrícolas que por su origen campesino pueden tender al caudillismo y por su semiempleo pueden priorizar la toma de carreteras a la toma de fundos. No obstante, los revolucionarios no debemos dejarlos en manos del reformismo, sino alentar su papel revolucionario como enlace entre el campo y la ciudad. Contra la política de migajas del reformismo, los revolucionarios no solo debemos defender la igualdad de salario y derechos entre el proletariado rural y urbano, sino luchar por elevar la condición de ambos por encima de los límites impuestos por la burguesía. El proletariado agrícola también debe luchar por la estabilidad laboral, exigiendo contratos permanentes con descansos remunerados, aunque esto choque contra la anarquía misma de la producción capitalista.
- En Perú y lo países atrasados, la clase obrera industrial es una minoría que necesita establecer su alianza revolucionaria con la mayoría oprimida del país, especialmente con los campesinos pobres. Se debe plantear la puesta en pie de comités de lucha que tengan como objetivo la nacionalización de la gran minería transnacional, para poner sus recursos al servicio de la industrialización del campo, y para detener la contaminación medioambiental. Se debe plantear también la confiscación de los grandes latifundios y de la banca usurera. Se debe defender el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas quechua, aimara y de la selva amazónica, bajo la perspectiva de una república socialista federal. Contra el imperialismo se debe plantear la anulación de sus tratados y deudas, y la expulsión de sus bases militares. Con el apoyo de estudiantes y maestros pobres, se debe plantear la estatización sin pago de todo el sistema educativo y la separación de la Iglesia del Estado. Se deben también defender los derechos democráticos de la mujer trabajadora y de los trabajadores no heterosexuales. Se debe exigir la liberación de los presos políticos y de los trabajadores presos por luchar. Se debe también defender los derechos políticos de los soldados rasos. Estas luchas deben apuntar a la formación de organismos armados de doble poder que conquisten su centralización en un gran Congreso de todos los Explotados.
- La necesidad únicamente táctica de agitar, sobre todo en la pequeña burguesía pobre, la consigna de Asamblea Constituyente es indiscutible en el Perú en la medida que aun sigue vigente la Constitución de la dictadura fujimorista y también un régimen dictatorial presidencialista que como en toda América Latina, solo sirve de máscara para la reacción y el militarismo. Se debe, por tanto, plantear no solo la caída del gobierno, sino también de la institución presidencial, del parlamento y del poder judicial patronal. La consigna de Asamblea Constituyente debe servir para derrocar a los gobiernos de la burguesía, no para delegarles su realización como propone el reformismo, ya que esta solo será posible bajo la dictadura del proletariado. Si la burguesía convoca una Constituyente como sucedió en 1979 y recientemente en varios países bolivarianos, se debe denunciar esta maniobra planteando continuar la lucha por una verdadera Constituyente. Si no hubiere condiciones para su boicot, se puede participar tácticamente de estas elecciones, pero con el fin de denunciar desde adentro su carácter contrarrevolucionario. Ahora bien, si existe la amenaza real de un golpe militar contra un gobierno presidencialista, se debe plantear tácticamente el apoyo militar al gobierno, pero ningún apoyo político, agitando la necesidad de armar a los explotados. Se deben rechazar, además, las movilizaciones reaccionarias de la clase media en apoyo de la presidencia de la república, llamando a aplastarlas si llegan a poner en pie milicias fascistas.
- En la medida que el proletariado y las masas explotadas del campo y la ciudad avancen en su autoorganización y autodefensa, poniendo en pie verdaderos organismos de doble poder, se debe pasar de la lucha intermedia, a agitar en favor de la transferencia de todo el poder a los soviets, exigiendo a los dirigentes reformistas romper su subordinación a los partidos y caudillos de la burguesía, para instaurar un gobierno “provisional” obrero y campesino apoyado en la insurrección de los soldados rasos, es decir, para conquistar la dictadura del proletariado. En esta agitación la consigna de Huelga General Revolucionaria es clave, no solo para paralizar la producción en la ciudad sino para movilizar también a los explotados del campo. Se debe comprender que esta consigna es totalmente opuesta a la consigna de “Paro Nacional” de la burocracia sindical estalinista y seudo-trotskista, que ve en esta acción una medida pacífica economicista para disipar las energías revolucionarias del proletariado. Lo mismo sucede con la consigna estratégica de “Gobierno de los Trabajadores”, que el estalinismo y seudo-trotskismo plantea como el triunfo electoral de un partido o frente sindical, no como una dictadura revolucionaria impuesta sobre las cenizas del Estado burgués.
- Exigir tácticamente a los reformistas romper con la burguesía no supone sembrar falsas ilusiones en su posible reconversión revolucionaria, sino facilitar su desenmascaramiento ante a las masas. Solo bajo una verdadera dirección revolucionaria el proletariado peruano y mundial podrá conquistar el poder. Y esta dirección solo puede ser internacional, centralizada de forma democrática contra toda forma de anarquismo pero también contra todo tipo de centralismo burocrático. Los revolucionarios, sin embargo, no deben evitar la discusión con organizaciones centristas que puedan evolucionar a las filas del verdadero trotskismo. Desde Perú se debe, entonces, identificar a esos obreros o intelectuales que podrían ser ganados para la lucha por la refundación de la Cuarta Internacional, sin ultimátums prematuros, pero también sin concesiones de principios de ningún tipo.
¡VIVA LA LUCHA DEL PROLETARIADO PERUANO POR SU LIBERACIÓN!
¡VIVA LA LUCHA POR EL SOCIALISMO MUNDIAL!