La multiplicación de los peces (con mucho pan que rebanar)
“Mi mamá me contó que la gente afuera de su local de votación no se acordaba o no tenían idea por quién votar y otros decían ´marca pescadito nomás´”[1]. ¿Fue el “antivoto” a la política tradicional lo que hizo que el FREPAP, partido “del pescadito”, tenga ahora 15 congresistas? ¿Quiénes son estos hombres de túnica y barba larga y estas mujeres con velo? ¿Su participación en la política peruana es para representar los intereses de los “pobres”?
Los orígenes del FREPAP
El 11 de abril de 1968, en el diario Última Hora apareció un artículo con el título “Profeta avivato vendió hasta los cerros en selva”. Era la primera noticia en Lima sobre Ezequiel Ataucusi Gamonal, que denunciaba una presunta artimaña para estafar a familias de clase humilde y venderles tierras en Chanchamayo[2]. Ataucusi, un campesino arequipeño nacido en 1918, en la década de los años 50 ingresó en la Iglesia Adventista y tras casi un año de permanencia en esa comunión, surgieron problemas con sus nuevos hermanos, que acabarán acarreando su expulsión.
A partir de este momento Ezequiel (a los 40 años), “cobra conciencia de su misión” en la tierra y comienza a liderar una congregación de creyentes procedentes de otros credos cristianos, principalmente adventistas y pentecostales[3]. Deja su labor de zapatero en Tarma y se traslada a Chanchamayo, en 1956. Así nace la nueva agrupación religiosa bajo su liderazgo, estableciendo su fundación legal como Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU) en 1968 y reconocida legalmente por el Estado el 26 de septiembre del 1969 (durante el gobierno de Velasco Alvarado). Para 1986, contaba con Centros de Capacitación Bíblica (CECABI) en casi todas las provincias del Perú. En 1989 crea el partido político Frente Popular Agrícola del Perú (FREPAP)[4].
La AEMINPU (“israelitas”, como son más conocidos) se estableció en un contexto de movilizaciones campesinas, previas a la reforma agraria de 1968, y en medio de una creciente migración del campo hacia las áreas urbanas del país. Sus primeros miembros fueron justamente campesinos sin tierra y migrantes en situación de pobreza (su centro de doctrina e iglesia matriz lo ubicó en Cieneguilla – Lima), a quienes Ataucusi organiza en colonias, asentamientos establecidos en la selva, ubicándose la primera de estas en Chanchamayo. Así, los israelitas tendrán la oportunidad de generar fuentes de trabajo propias por medio de la agricultura y la ganadería, por lo que fueron ocupando terrenos, aunque no siempre por la vía legal.
Explotación de trabajadores agrícolas
Aguirre[5] no duda en calificar a esta organización como una empresa capitalista colonizadora, de capitales y personal andinos, cuyo objetivo primordial, dejando de lado sus peculiaridades religiosas milenaristas, es la apropiación de las tierras que puedan ser ganadas para la agricultura mediante la colonización en la selva alta y baja, obteniendo beneficios económicos mediante la colocación de sus cosechas en los mercados regionales, para la obtención de dinero o destinarlos al intercambio por otros productos que no puedan autogenerar, ya sea con las comunidades israelitas aledañas o los demás pueblos y etnias de la zona; y también para generar clientelismo y propaganda política. Se comportan como tantos colonizadores andinos de frontera: las tierras que los dirigentes elegían (hasta 1993 la elección era decisión personal de Ezequiel Ataucusi Gamonal) fueron ocupadas por un significativo número de sus fieles para luego proceder a desmontar el bosque de la manera tradicional andina, mediante la tala y la quema del bosque, y proceder al inicio del ciclo agrícola cultivo/cosecha, descanso de la tierra/cultivo/cosecha.
Las tierras ya ocupadas eran denunciadas por los personeros legales de la comunidad religiosa ante las autoridades pertinentes para su legalización y se lograron títulos de propiedad a la agrupación religiosa (nunca a sus fieles como individuos). Esta forma de colonización, el cultivo, la práctica intensiva de la caza y la pesca los enfrentaba y enfrenta a las comunidades nativas, quienes nunca se preocuparon por legalizar sus propiedades. También se enfrentaron con otras formas de colonización andina, representados por los madereros legales e ilegales, cocaleros, mineros informales, etcétera. Por ello era preciso defender sus intereses desde las municipalidades, copando las alcaldías y regidurías: tenían que ingresar a la vida política activa.
Participación política no santa
De la Torre nos da otra visión política de AEMIMPU. Sostiene que el régimen militar de Velasco fue un elemento favorecedor de la nueva congregación y, quizás moldeador de su idiosincrasia. La condición de “religión netamente peruana” y el nacionalismo favorecieron la empatía con el régimen, permitiendo un trato favorable y la concesión de tierras colonizables en las regiones orientales del país. Más adelante, los “israelitas” trataron de sostener esta forma de clientelismo político con los nuevos gobiernos. La no recuperación de los niveles alcanzados bajo el régimen militar, acabaron ocasionando una violenta ruptura con el gobierno aprista de Alan García, que forzó la entrada en política de la congregación y la fundación de un partido -el FREPAP.
No existen datos concretos sobre el número de miembros de la agrupación religiosa. En el libro “Las sectas en el Perú” (1991), el teólogo e investigador José Luis Pérez Guadalupe sostuvo que en 1967 los israelitas eran apenas unos 180 fieles; al año siguiente, la comunidad había crecido a mil integrantes. Hacia 1981, en un reportaje televisivo, el propio Ezequiel Ataucusi afirmaba que había un millón de “israelitas” en todo el Perú. Para ese mismo año, Kenneth Scott aproximaba el número a 30 000 personas. Hacia fines de la década de 1990, el antropólogo Juan Ossio estimaba en 200 000 su número. Arturo de la Torre en 2013, nos da una cifra de alrededor de 80 000 israelitas, cuyo culto había crecido a casi todas las provincias del Perú y ha llegado a tener núcleos en otros países de Sudamérica, Centroamérica, Estados Unidos y Europa.
Lo que sí se puede establecer es el número de votaciones logradas en cada una de sus participaciones en elecciones políticas en el país. Ráez[6] anexa a su trabajo de investigación cuadros que son de elaboración propia, tomando como fuente los datos difundidos por el Jurado Nacional de Elecciones a través de su portal digital, donde se aprecia que en las últimas elecciones presidenciales que se presentó Ezequiel Ataucusi en el año 2000, logró 80 099. En las elecciones congresales, los votos para el FREPAP han sido las siguientes: año 1992 (elecciones para el “Congreso Constituyente Democrático” de la dictadura) 172 923 votos, logra 2 representantes. Año 2000 logran 216 953 votos, logrando dos congresistas electos[7].
En el año 2001 obtiene 156 264, en el año 2006 logra 85 019, sin ninguna representación. Y en este 2020 obtienen 528 333 votos, logrando 15 representantes congresales. En ámbitos locales, el FREPAP, desde el año 2002 hasta el año 2006, ha logrado tener alcaldes y regidores provinciales y distritales en Pebas, San Pablo, Yaraví – Mariscal Ramón Castilla – Loreto, Puerto Inca – Huánuco, Challhuahuacho – Cotabambas – Apurímac, Tournavista – Puerto Inca – Huánuco. En el distrito de San Pablo – Provincia de Mariscal Ramón Castilla– Departamento de Loreto, el alcalde para el periodo 2019 a 2022 es del FREPAP, así como cuatro de sus cinco regidores. Su nombre es David Escobar Flores y de él solo sabemos que es profesor, pues ninguna de las páginas web de transparencia electoral nos da más información.
La religión como negocio
La ideología religiosa de esta secta capitalista se caracteriza por el milenarismo, es decir, la creencia de que Cristo vendrá a reinar mil años en el pueblo escogido por Jehová, el Perú; por la costumbre de dejarse el pelo largo como en el Tahuantinsuyo y como en el antiguo Israel; y por “sacrificios” como los ofrecidos por los incas y ordenados por el Antiguo Testamento. Debido a su desilusión con el catolicismo urbano, muchos pobladores optaron por ingresar a esta organización religiosa, que no sólo les ofrecía una forma de vivir (las comunidades agrícolas, como lo hemos señalado) sino un líder espiritual a su medida, quien les diseña rituales “sanadores”. Su autodenominación como “israelitas” expresa también su posición sionista a favor del actual Estado de Israel contra el pueblo pobre palestino.
Sin embargo, no hay libros que recojan de forma ordenada las concepciones oficiales israelitas. Ezequiel había consolidado su liderazgo en la congregación, entonces, basándose en una relación de dominación carismática, ejercida bajo una forma paternalista; es decir, en la que Ezequiel se erigía como guía protector de los “israelitas”. Su influencia la reafirmaba y renovaba en cada prédica que pronunciaba, en los diálogos con sus seguidores (era un gran recitador de pasajes bíblicos), en la realización de obras de caridad, y al establecer colonias en la selva, acompañando a sus feligreses a instalarlas. No había restricción al momento de acercarse a él y a la comunidad.
Por su actividad económica agrícola y el aporte voluntario de sus miembros, esta asociación ha logrado un millonario patrimonio a la muerte de Exequiel Ataucusi, en el año 2000. Las pugnas por liderar esta agrupación no se hicieron esperar, aunque se habla que estas siempre existieron[8], pero con la muerte del líder espiritual y pese a que este dejó su reemplazo, su hijo menor Jonás Ataucusi, las peleas y la existencia de facciones al interior de la asociación y del partido se han hecho evidentes sobre todo después que el FREPAP logra tener 15 representantes congresales en estas últimas elecciones en el país.
Ezequiel Ataucusi tuvo catorce hijos, siete en su primer matrimonio y los otros en otras relaciones. Juan Ataucusi, hijo de su primer matrimonio, afirma que él fue designado como sucesor y no Jonás. Su media hermana Raquel Ataucusi desmiente tal versión, reconociendo a Jonás como el sucesor, pero denunciando que este es manipulado por su familia materna, los Molina, a quienes denuncia que se han apropiado de la asociación y del FREPAP sin ninguna legitimidad y están aprovechándose económicamente de los feligreses, pues dice que esta familia nunca tuvo dinero pero ahora compran propiedades inmuebles, afirmando que es producto de los actos de corrupción al interior de la agrupación religiosa y política. Juan Ataucusi aclara que en año 2005 él crea una nueva razón social para FREPAP y que actualmente hay 28 facciones dentro de la asociación.
Una secta al servicio del capitalismo
Queda claro que tanto el FREPAP como la asociación religiosa no tienen una organización democrática, sino más bien patriarcal, donde el liderazgo político y religioso se hereda, por tanto, un feligrés común y corriente jamás tendrá la posibilidad de dirigirlo, ni siquiera, al parecer, tiene derecho de fiscalizar la administración de los bienes de la agrupación (menos a disfrutar de ese patrimonio), es decir, no hay la más mínima propuesta democrática de gobierno ni económica, ni al interior de la asociación ni menos para los “pobres” que dicen representar.
Respecto a las mujeres, estas participan de la organización social, pero no de la eclesiástica. El espacio de la doctrina religiosa y el ritual israelita es patriarcal y androcéntrico (centrado en el varón), allí las mujeres no entran. Las mujeres están “sujetas” a sus maridos. Es la doctrina la que señala el comportamiento de la mujer y son los mandamientos las leyes éticas y morales que deben cumplir, siendo el adulterio la principal falta. Es su obligación la socialización religiosa de los hijos. Esa responsabilidad es vigilada no solo por los padres de familia sino por los pastores y sacerdotes[9]. No hay mucha diferencia con otras religiones patriarcales. Es más, existen denuncias por violencia familiar a varios de sus miembros y también es clara su homofobia reaccionaria.
Si el FREPAP ha logrado el mayor porcentaje de votos en su historia no es porque los “israelitas” representen una verdadera opción para las clases bajas, para la clase obrera, sino porque los de última clase en nuestro país no encuentran otra opción mejor que seguir alimentándose en la esperanza de un “salvador mesiánico”. Es porque no sólo están desilusionados de las religiones tradicionales, sino también de los políticos de izquierda que alguna vez siguieron (en los movimientos campesinos de los años sesenta), pero que finalmente les enseñaron a seguir confiando en sus verdugos, los militares o empresarios “progresistas”, sin mostrarles el camino para construir su propio destino a través de la lucha mundial contra la burguesía, que es el único camino de su liberación.
¡ABAJO EL FREPAP: VIVA LA LUCHA CONTRA LA OPRESIÓN DE LA MUJER Y LA EXPLOTACIÓN DE LOS TRABAJADORES!
Notas
[1] Claudia Luciana, 26 de febrero 2020, https://twitter.com/claufitvegan
[2] De la Torre, s. f., p. 661, citado por Aguirre: La participación política de los israelitas: el caso de la Iglesia Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (Aeminpu), 2015 https://revistas.cientifica.edu.pe/index.php/desdeelsur/article/view/127/272
[3] De la Torre: La “primera religión del Perú moderno”: Los israelitas, una aportación peruana a los NMRs contemporáneos, http://aetorre.com/ae/images/stories/biblo/art-019_la_primera_religin_del_per_moderno.pdf
[4]https://es.wikipedia.org/wiki/Asociaci%C3%B3n_Evang%C3%A9lica_de_la_Misi%C3%B3n_Israelita_del_Nuevo_Pacto_Universal
[5] Aguirre, op.cit.
[6] Ráez, Carlos: Liderazgos y legitimación: la organización y la congregación israelitas (2001-2014), 2016 http://cybertesis.unmsm.edu.pe/bitstream/handle/cybertesis/4987/Raez_sc.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[7] Los congresistas del FREPAP no eran militantes, sino invitados: Luis Cáceres Velásquez y Roger Cáceres Pérez, quienes se desligaron de su agrupación política para unirse al fujimorismo cuando Vladimiro Montesinos gestionaba el transfuguismo en el Parlamento a cambio de dinero por debajo de la mesa.
[8] De la Torre afirma que las acusaciones esgrimidas en contra del movimiento han sido, básicamente, de dos tipos: abusos sexuales y estafas a campesinos y que él ha podido profundizar en la investigación de algunas que han resultado ser falsas y aparentemente debidas a conflictos internos. Las escisiones en su interior durante estos años han carecido de carga doctrinal y en los dos casos más conocidos los motivos de la separación han sido siempre pugnas de poder.
[9] Meneses, Lucía: Las contradicciones de la identidad de la Iglesia Israelita del Nuevo Pacto Universal, 2009. http://www.scielo.org.co/pdf/unih/n68/n68a07.pdf