¿DEBEN LOS TRABAJADORES APOYAR EL CIERRE DEL CONGRESO?
Por Carlos Vargas
30 de Septiembre – 20:30 pm
La última vez que se cerró el congreso fue en el año 1992, con tanques del ejército rodeándolo. La disolución la impuso Alberto Fujimori. Sin embargo, ese Fujimori de 1992 no era visto todavía como el mafioso montesinistaque una mayoría reconoce con facilidad en la actualidad.
Fujimori le ganó las elecciones a Vargas Llosa en 1990 con el apoyo incluso de Patria Roja y otros partidos reformistas. Fujimori era el candidato “democrático”, el “anti-liberal”, el “popular”. Y cuando Fujimori cierra el congreso lo hace con el pretexto de que el congreso se había hundido en la corrupción y se oponía a sus leyes anti-estatistas y anti-terroristas. Aunque muchos no lo recuerden, el golpe cívico-militar de Fujimori tuvo, en consecuencia, cierto apoyo popular inicial. En todo caso, no hubo ninguna respuesta inmediata de las organizaciones obreras y campesinas frente a lo que sería una de las dictaduras más corruptas y genocidas de la historia del Perú. Los sindicalistas, estudiantes, y combatientes que la dictadura pinochetista de Morales Bermúdez no pudo desaparecer, los desapareció Fujimori. Y todo esto se disparó con un cierre de congreso.
Ahora Vizcarra cierra el congreso fujimorista en nombre de la misma constitución del golpe criminal de Fujimori. Es decir, más allá de las diferencias, la esencia dictatorial de ambos cierres es la misma: la presidencia de la república toma todo el poder con el apoyo tácito de las fuerzas armadas. Porque aunque ciertamente no vemos tanques en las calles, existe un claro apoyo de la casta de oficiales burguesa. Como verdadero poder dirigente del Estado burgués, la casta de oficiales ha sostenido en los últimos 20 años la farsa de la democracia fujimorista y ha dado su venia a la salida de PPK y al ascenso y maniobras de Vizcarra. Este cierre del congreso es en realidad la última gran maniobra del empresario Vizcarra en pos de salvar desesperadamente la farsa democrática. Se convocarán nuevas elecciones y las mismas mafias políticas burguesas volverán a entrar al congreso (y hasta podría tener mayoría el fujimorismo nuevamente). Pero habrá quedado un nefasto e imborrable precedente para futuros golpes cívicos-militares.
Porque hoy la presidencia de la república se inclina a la izquierda, pero mañana lo hará a la derecha y la justificación será exactamente la misma de Vizcarra: el cierre es una facultad presidencial reconocida por la constitución de Fujimori. Es más: esta inclinación “a la izquierda” ni siquiera es real porque con este cierre del congreso al estilo fujimorista no se eliminará al fujimorismo. Lo único real aquí es que Odebrecht, el verdadero cabecilla de todos estos políticos mafiosos, sigue operando y robando en el Perú con el apoyo de Vizcarra y sus jueces y fiscales burgueses, y el mismo Vizcarra tiene varias investigaciones pendientes de corrupción. Lo único real aquí es que el mismo Vizcarra, con el apoyo del congreso fujimorista que ha disuelto, está imponiendo un paquetazo de leyes ultra-capitalistas que ni el mismo Fujimori soñó decretar. Lo único real es que después de esta maniobra demagógica los fujimoristas, Odebrecht, los corruptos y los explotadores seguirán saqueando la nación como lo vienen haciendo. Lo único que sí ha cambiado es que con esta profundización de la “precariedad institucional” la casta de oficiales tiene ya carta blanca para efectuar un verdadero golpe de Estadocomo en 1992. El cierre de Vizcarra es, por tanto, un semi-golpe que prepara las condiciones para un golpe total.
A nivel teórico y formal el congreso es una institución burguesa más democrática que la presidencia de la república, aun cuando esta sea elegida por voto popular directo. En los países avanzados el gobierno es formado por el parlamento (Suiza, Inglaterra, España, etc.) o en su defecto el gobierno está impedido de cerrar el congreso, al contrario es el congreso el que puede vacar al presidente como sucede en los EEUU. En los países atrasados dominados por el imperialismo, contrariamente, lo que predominan son los gobiernos militares, cívico-militares, o presidencialistas donde el gobierno tiene más poder que el parlamento. El presidencialismo burgués es un régimen predominante en América Latina y el cierre del congreso es uno de sus mecanismos más característicos. Es el régimen falsamente democrático que viene a reemplazar a las dictaduras militares de los 70. De hecho la dictadura “blanda” de Fujimori es en realidad una dictadura presidencialista, donde la presidencia de la república subordina al parlamento. Y la caída de Fujimori no significó la caída de su régimen: la nación explotada ha sido víctima de nuevos genocidios como el de Bagua bajo democracia. La ausencia de libertad de expresión sigue imperando bajo el amparo de las mismas leyes anti-terroristas de Fujimori. Licencia policial para matar, cuerpos levantados sin fiscal, el estado de excepción como regla, todo esto es parte de este periodo democrático-presidencialista de 20 años que no tiene parangón en un siglo XX atravesado por continuos golpes militares.
El cierre del congreso de Vizcarra es una medida típica de las dictaduras presidencialistas y aun cuando se acorte lo más posible el tránsito a las nuevas elecciones se trata de una concentración inmediata del poder en manos prácticamente de una sola persona. Ya las facultades legislativas otorgadas a Vizcarra era una muestra brutal de presidencialismo, sin embargo, ahora está claro que todas las decisiones políticas las tomará él con su gabinete actuando más como asesores que como ministros. La represión criminal de las protestas sociales, como la reciente en Arequipa, ahora no tendrá ni siquiera la oposición decorativa, impotente e hipócrita de la burguesía nacional del Frente Amplio de Arana. Estos chavistas camuflados, reciclados y desvergonzados, han venido sosteniendo en nombre del capitalismo verde, cada maniobra engañosa del régimen presidencialista, con el apoyo de socialdemócratas, estalinistas y falsos trotskistas. Ahora mismo están saliendo a marchar varias organizaciones populares dirigidas por estos miserables en apoyo de una acción profundamente anti-democrática que hoy parece justiciera pero mañana mostrará su verdadera brutalidad bonapartista. Y seguramente esos reformistas del PST (LIT-CI) van a apoyar directa o indirectamente la maniobra de Vizcarra con el conocido estilo vulgar que caracteriza a los morenistas, algo que no nos sorprende porque llamaron a votar a Humala contra Keiko el 2011 y vienen, frente a cada crisis, llamando a nuevas elecciones presidenciales respaldando esta dictadura camuflada que viene bañando de sangre los barrios obreros y comunidades campesinas hace más de 40 años.
Obviamente los verdaderos marxistas no desconocemos la importancia táctica de las consignas democráticas. Pero justamente porque se trata solo de consignas transitorias, estas deben estar conectadas con nuestro principal objetivo estratégico: la conquista de la dictadura del proletariado. Por esta razón Trotsky planteaba en Un Programa de Acción para Francia la sabia consigna: “¡Abajo la presidencia de la República, que sirve como oculto punto de concentración para las fuerzas del militarismo y la reacción!”. ¡Y que vital y actual suena esta consigna para la presente coyuntura! Contra esos charlatanes y oportunistas que están ya diciendo que hay que apoyar “tácticamente y sin confianza” el semi-golpe de Vizcarra, los verdaderos revolucionarios decimos: ¡Abajo la Presidencia de la República, los que tienen que cerrar este congreso corrupto son los explotados no este gobierno de los explotadores! Y debemos agregar a esta, nuestra principal consigna democrático-burguesa “¡Por una Asamblea Constituyente Revolucionaria que combine los poderes legislativos y ejecutivos!” Estas son las verdaderas consignas democráticas que junto con otras consignas de transición como “¡Por la más absoluta independencia política de clase!” guían de verdad a las masas en su camino hacia la dictadura del proletariado y la expropiación de la burguesía. La consigna de independencia política es central, porque ahora mismo están marchando dirigentes obreros y campesinos traidores a su clase junto con partidos burgueses de izquierda y también de derecha, en un gran frente “democrático” que solo prepara las condiciones para el desenfreno de las fuerzas del militarismo y la reacción.
Siguiendo la pauta de un mundo marcado por la guerra en Siria y Ucrania, los combates en Francia y Hong Kong, la resistencia antimperialista en Haití y Palestina, ahora Perú da un paso de no retorno hacia la profundización de su “crisis institucional” preparando las condiciones para nuevos golpes militares o cívico-militares como los ocurridos en este siglo en Honduras y Paraguay. La clase capitalista ya no puede gobernar más como antes, todos sus partidos semi-democráticos están procesados o cuestionados, los nacionalistas y chavistas están quemados por la crisis capitalista inobjetable en Venezuela, esta falsa democracia ya no da para más. Contra esta tendencia (internacional) reaccionaria, los explotados deben recuperar sus fuerzas y marchar hacia adelante coordinando sus fuerzas a nivel nacional e internacional. Solo la revolución socialista internacional puede poner fin de forma definitiva a la corrupción y a la pobreza producto de la explotación. Contra todos los partidos de la pequeña-burguesía vacilante y conciliadora, los revolucionarios debemos reagruparnos y conquistar la refundación de nuestro partido, la Cuarta Internacional. En Perú, América Latina y el mundo, no existe ya otra salida para la crisis actual que atraviesa la humanidad.
¡NINGÚN APOYO A LA DICTADURA PRESIDENCIALISTA DEL EMPRESARIOVIZCARRA!
¡SOLO LOS TRABAJADORES SALVARÁN A LOS TRABAJADORES!
30-9-19