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PPK ha renunciado a la presidencia de la República. Lo ha hecho para que nos sintamos satisfechos y dejemos que Vizcarra gobierne tranquilo hasta el 2021. Lo ha hecho para que la crisis no arrastre también al parlamento fujimorista. Lo ha hecho para evitar que una revolución acabe con todo y con todos.

La situación internacional

Ciertamente no todos los días renuncia un presidente en América Latina. Sin embargo, justamente por esto, se debe comprender la profunda crisis que sufre el actual régimen político: la presente dictadura presidencialista que le da forma al Estado burgués peruano. Esta crisis se inicia con el proceso revolucionario abierto con las luchas que llevaron a la caída de Alberto Fujimori en el 2000, proceso estrechamente vinculado a la revolución obrera y campesina en Ecuador (1998-2000-2005), Argentina (2001), Venezuela (2002) y Bolivia (2003-2005). En realidad estamos ante un proceso revolucionario continental que se ha desarrollado de forma desigual según las particularidades de cada país. Sin embargo, la política contrarrevolucionaria de la burguesía ha sido en esencia la misma: engañar y reprimir a las masas con gobiernos de Frente Popular (Chávez, Kirchner, Morales, Gutiérrez, Lula, etc.) y utilizar la intervención directa del ejército, el fascismo o el imperialismo cuando sea necesario (Venezuela 2002, Haití 2004, Bolivia 2008, Honduras 2009, Paraguay 2012). El Frente Popular bolivariano, apoyado por la dictadura capitalista de los hermanos Castro[i], ha contenido la lucha revolucionaria imponiéndole un ritmo “lento” e impidiendo que los ejércitos burgueses sean destruidos por la rebelión de sus soldados rasos.

Ahora bien, después de años de gobiernos “progresistas” las masas latinoamericanas se han dado cuenta de que ninguna de sus promesas ha sido cumplida realmente, y que el hambre, la pobreza y la represión también se imponen bajo estos gobiernos “socialistas”. La gran crisis mundial del capitalismo iniciada a medianos del 2007 no hizo más que agudizar la crisis estructural de economías atrasadas sometidas a los caprichos del capital financiero. El ejemplo extremo de esto es Venezuela[ii], pero ni siquiera Bolivia o Ecuador se salvan de esta definición. Ante la ausencia de un partido revolucionario que oriente su lucha hacia la toma del poder, las masas empezaron a caer en la confusión, la apatía o la desmoralización. La extraordinaria revolución árabe y su repercusión en Europa y EEUU las volvió a sacudir: a fines del 2010 los explotados casi derrocan a Morales por su criminal gasolinazo. Pero en la medida de que esta revolución era traicionada (Frente Popular en Túnez, etc.) y aplastada (genocidio en Siria, etc.), las masas latinoamericanas volvieron a retroceder. La insurrección fascista en Ucrania (2013-2014) no hizo más que profundizar esta tendencia reaccionaria a pesar de la heroica resistencia armada de los mineros de Dombás. Este el contexto internacional de la actual crisis política en Perú.

El fraude del Frente Popular

Los hermanos Humala representaron la política de Frente Popular necesaria para engañar a las masas que habían organizado la “Marcha de los Cuatro Suyos” (2000) y venían levantándose espontáneamente en Arequipa (2002), Puno (2004), Moquegua (2008), Bagua (2009), etc. Sin embargo, cuando Ollanta Humala ganó las elecciones el 2011 con el apoyo de todos los reformistas, ya se había derechizado lo suficiente como para meter a su hermano Antauro en la cárcel por su aventura armada en Andahuaylas (2005). La deserción de Ollanta, es decir, su traición a la burguesía nativa “nacionalista”, reflejó la crisis del Frente Popular latinoamericano (derrota de Dilma, Kirchner, etc.) que aún persiste. En Perú tenemos ahora varios frentes populares contrarrevolucionarios que se disputan a las masas: Mendoza-CGTP, Arana-CUT, Antauro-MOVADEF. Yehude Simons (el sicario de Bagua) y Patria Roja (SUTEP) ya concretaron una alianza con Mendoza, mientras que los ex presidentes regionales Goyo Santos y Vladimir Cerrón aún no definen su alineación. En cada frente popular hay pequeñas organizaciones “socialistas” (incluyendo falsos trotskistas) que avalan esta unidad reaccionaria entre clases sociales opuestas.

Desde el parlamento Mendoza ha votado a favor del ingreso de tropas extranjeras al Perú, con Arana votaron a favor de los bombardeos de Francia sobre Siria, sus partidos han votado a favor de la nueva ley de esclavitud juvenil en la comisión de educación el año pasado[iii]. Así podríamos seguir. Su programa económico defiende abiertamente la gran propiedad privada, es decir, la explotación capitalista y la “necesidad” de la inversión imperialista. Su programa político plantea “modernizar” las fuerzas genocidas del Estado burgués, manteniendo la reaccionaria presidencia de la república, es decir, ni siquiera plantean la democracia parlamentaria de los países avanzados para no hablar de la Asamblea Nacional de la revolución francesa[iv]. El presidencialismo latinoamericano es sólo la máscara de la dictadura militar-policial realmente existente. Esto es lo que también defienden Antauro, Goyo y Cerrón, ardientes partidarios de la Bolivia del gasolinazo y de la Venezuela del paquetazo. El deslinde de Mendoza y Arana con Maduro no les ha servido para evolucionar hacia el verdadero socialismo, sino para confundirse con los promotores velados del golpismo. Esta gente no ha necesitado gobernar para ganarse el desprecio de los trabajadores. El nacionalismo peruano se ha quemado en la puerta del horno.

Distintas perspectivas

Sin embargo, esto no significa que no jueguen actualmente un rol que podría ser incluso mayor en el futuro. Para las masas engañadas por el reformismo son el “mal menor” frente a la derecha proyanqui. A pesar de todo, es inevitable el triunfo electoral del Frente Popular en Perú, en la medida que la crisis del régimen presidencialista continúe. La causa de fondo de esta crisis es el sistema capitalista y nada nos hace pensar que sus contradicciones sean atenuadas en un país atrasado como este. Si las masas vuelven al combate callejero, peor aún, si desatan la revolución, el Frente Popular será el medio más adecuado para contenerlas y disciplinarlas. Si continúa imperando en sus filas la división y la confusión, es posible que la derecha gane nuevamente la partida electoral. Pero esto solo prolongaría la crisis no la resolvería. La burguesía necesita evitar a toda costa el desarrollo de la revolución socialista en Perú. En todos estos duros años “democráticos” los obreros y campesinos han puesto en pie Comités de Lucha y en la capital Zonas como verdaderos organismos revolucionarios. Han buscado armarse espontáneamente en Bagua y en Arequipa (“Espartambos”) ganando la simpatía de los soldados y ex soldados. El Frente Popular puede engañar y reprimir a las masas, pero en la medida en que se apoya en la burocracia sindical tiene un límite. Una junta militar no conocería límites. Esta es también una alternativa real si la crisis persiste.

“Todo está podrido” dicen algunos. Es cierto. Pero deben saber que la putrefacción comienza por la base: el capitalismo está podrido y él que oculta esto también lo está:

Es necesario comprender que para la burguesía la compra de funcionarios públicos es su modo orgánico de existencia, la consecuencia absolutamente natural de la disputa despiadada por mercados y fuentes de materias primas. No existen, pues, capitalistas “corruptos”, por un lado, y capitalistas “honestos”, por otro. La estafa, la extorsión, el asesinato, la guerra son los medios usuales de los capitalistas para resolver sus conflictos. Por otro lado, los altos funcionarios del Estado burgués, son en su mayoría o empresarios o gerentes de empresas, es decir, están directamente vinculados al capital y sus negocios parasitarios. Todo alto funcionario público tiene pues dos sueldos, el oficial y el oficioso, uno por servir a la burguesía en general y otro por servir a un burgués en particular. Y ambos sueldos los paga la burguesía con las horas de trabajo robadas al proletariado en la fábrica y en los impuestos. Funcionarios de un Estado al servicio del parasitismo no pueden más que honrar su noble oficio parasitando del presupuesto público. El capitalismo sin corruptores y corrompidos es tan absurdo como el alcantarillado sin ratas ni cucarachas[v].

No existe más salvación para los obreros, artesanos y campesinos pobres que la revolución socialista. Solo bajo el socialismo se puede poner fin al hambre, la explotación y también a la corrupción. La URSS de Stalin y Mao fue corrupta también pero esto se debió a que una burocracia contrarrevolucionaria usurpó y parasitó del Estado obrero, no fue por responsabilidad de sus trabajadores. El “socialismo en un solo país” buscó impedir que la revolución socialista se expanda a otros países, es decir, los estalinistas fueron corruptos porque defendieron el capitalismo mundial no porque lo combatieron. Los trotskistas y el mismo Trotsky sacrificaron sus vidas luchando por regenerar la URSS y acabar con toda la corrupción y los privilegios de la burocracia estalinista, impulsando la revolución internacional. La restauración del capitalismo solo profundizó todos los males: en Rumania impunidad total para los corruptos, en Polonia leyes contra la mujer trabajadora, en Ucrania ¡un gobierno fascista neonazi! La corrupción es un mal del capitalismo y de sus defensores encubiertos al interior del movimiento obrero. Esto mismo ocurre ahora en Perú: los burócratas de la CGTP son tan corruptos como los fujimoristas pero esto no nos da derecho afirmar que todos los obreros sindicalizados sean de la misma calaña. Un verdadero gobierno de los trabajadores es el único que puede acabar con la corrupción. Justamente por esto esta perspectiva es tan odiada por los capitalistas y los burócratas sindicales.

Un programa para la victoria

Pero, a diferencia de lo que piensa la clase media anarquista, para que la revolución triunfe es necesario un partido revolucionario, es decir, la organización y preparación política de los mejores líderes y combatientes de la clase obrera. Sin un partido revolucionario, las masas están condenadas a seguir bajo la dirección de reformistas que traicionarán su lucha. La tarea fundamental de los revolucionarios es refundar la Cuarta Internacional y crear secciones nacionales en todo el planeta. Ahora bien, un verdadero núcleo revolucionario que asume esta tarea gigantesca debe saber encontrar el camino hacia los cuadros del proletariado y hacia las masas. Bajo una misma estrategia internacional (la revolución permanente), debe saber diseñar la mejor táctica y formular las mejores consignas según las condiciones específicas de cada país.

Sobre todo en Perú, el ritmo del proceso revolucionario es lento. Se debe partir de desto. Las masas han puesto en pie Comités y Zonas, pero los reformistas los han disuelto. Es necesario volverlos a poner en pie y centralizarlos en un Congreso de todos los Explotados. Esta es la consigna central del momento. Este congreso debe ser resguardado por milicias (“autodefensas”) y se deben convocar delegados de los soldados rasos. Los Comités y las Zonas deben organizar la confiscación inmediata de las propiedades de Odebrecht, de sus socios y de sus políticos empezando por PPK y Keiko Fujimori. Se deben organizar Tribunales Populares para juzgar y castigar a los ladrones y asesinos del pueblo pobre y para luchar por la liberación de sus presos. Los obreros deben ocupar toda fábrica que no cumpla con sus demandas, organizando comités para el control obrero. Comités de campesinos pobres deben luchar por la confiscación de las grandes minas, pozos petroleros y latifundios. Se debe plantear la lucha contra la deuda externa, los TLC y las bases militares extranjeras. Considerando las debilitadas pero persistentes ilusiones democráticas de la pequeña-burguesía pobre, se debe plantear la lucha por una Asamblea Constituyente Revolucionaria que combine el poder ejecutivo con el legislativo, desconocimiento la reaccionaria presidencia de la república, el parlamento podrido y la casta de oficiales proyanqui. Todos estos planteamientos deben ser exigidos a los dirigentes reformistas de las masas, señalando sus traiciones y demandando su ruptura con la burguesía nacionalista bajo la consigna del frente único proletario.

Este el programa de transición de la victoria del proletariado. Todo lo demás es oportunismo o desesperación o las dos cosas.


Notas

[i] <http://nrci.org/blog/2015/08/29/frente-al-restablecimiento-de-relaciones-diplomaticas-entre-cuba-y-eeuu-fuera-el-imperialismo-yanqui-de-cuba/>

[ii] <http://nrci.org/blog/2017/10/16/venezuela-la-crisis-del-capitalismo-del-siglo-xxi/>

[iii] <https://zonaobrera.wordpress.com/2018/02/25/nuevas-mentiras-de-nuevo-peru/>

[iv] Tampoco los reformistas llegan siquiera a girondinos. El PC estalinista de Mario Huamán está llamando a nuevas elecciones presidenciales y esta también es la consigna de los falsos trotskistas del PST (LIT-CI).

[v] <https://zonaobrera.wordpress.com/2017/03/03/toledo-chivo-expiatorio-de-todos-los-partidos-burgueses/>

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