Una década de impunidad en la justicia burguesa

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Hace 10 años los estudiantes de las normales rurales de Ayotzinapa se organizaban para las jornadas de lucha en conmemoración de la masacre del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. Sin embargo, la burguesía, su Estado y el gobierno de Peña Nieto se preparaban para perpetuar otra masacre contra los hijos del pueblo pobre en el país.

La permanente lucha de los normalistas contra la desaparición de sus escuelas y la privatización de la educación fue motivo suficiente para que la burguesía se ensañara con ellos. En un país ensangrentado por las continuas desapariciones y persecuciones, la voz de los normalistas se alzaba para luego ser sofocaba en sangre. Este hecho nos recordó las peores décadas de las dictaduras en América Latina.

¿Qué ha pasado hasta ahora? Ni mediante el Gobierno de Obrador, que tanto prometió justicia a los padres de Ayotzinapa se consiguió nada. Solo se utilizó las luchas de la juventud para sostener el régimen de saqueo imperialista. Es más, durante su Gobierno se siguió asesinando a estudiantes, reprimiendo trabajadores nacionales y migrantes, empobreciendo a los campesinos y entregando las riquezas con megaproyectos extranjeros. Este gobierno, llamado de la Cuarta Transformación, solo ha servido para mantener el régimen de terror y miseria. La militarización se ha profundizado y la impunidad con la que se defendió a los mandos militares vinculados al caso de Ayotzinapa fue escandaloso. Obrador cerró filas con el Ejército como fiel sirviente de la burguesía que gobierna el país. Ahora le toca el turno a Sheinbaum para continuar con la administración del Estado capitalista.

La confrontación entre los gobiernos “bolivarianos” y “neoliberales” no es más que una farsa dentro del capitalismo, cuyos presidentes han defendido la propiedad privada a costa de la miseria creciente y la masacre. Gracias a las direcciones reformistas y la intelectualidad pequeñoburguesa se ha llevado al proletariado a confiar más en un presidente “progresista” que en la capacidad de organización y lucha de los explotados.

No olvidemos que ya en 2011 se asesinó a dos estudiantes normalistas que se enfrentaban a la privatización de la educación; en ese entonces, López Obrador, dirigente del PRD, respaldó al exgobernador Ángel Aguirre que, 3 años después, tuvo que renunciar presionado por los normalistas y la masacre de Ayotzinapa en 2014. Con la llegada de MORENA y Obrador al poder se obstruyeron las investigaciones vinculadas al caso Ayotzinapa. Y no solo eso, se protegieron a personajes como el policía Omar García Harfuch, vinculado a la Junta de Autoridades y la elaboración de la “Verdad histórica” que encubría la responsabilidad del Estado en los crímenes de desaparición de los normalistas. Posteriormente, es bastante conocido el pacto de impunidad entre AMLO y el PRI para que el expresidente Peña Nieto no asumiera ninguna responsabilidad en los hechos de Ayotzinapa, entonces: ¿Qué se puede esperar ahora de un nuevo periodo de MORENA?

Hace pocas semanas el gobierno de la Ciudad de México reprimió ferozmente una manifestación en Xochimilco que demandaba agua potable. Esto ha mostrado nuevamente la cara de MORENA y su nuevo gobierno que se prepara para seguir persiguiendo a la población que se levante para exigir los servicios básicos como alimento, vivienda y educación. Este nuevo gobierno en clara alianza con los viejos partidos burgueses del PRI, PAN, PRD y de los nuevos como Movimiento Ciudadano, se prepara para sostener las ganancias del capital ofreciendo un “rostro humano”, mientras lidera los índices de inflación y militarización. La llamada “guerra contra el narco” se va relevando como lo que realmente fue: una guerra contra los explotados, desapareciendo comunidades enteras en varios Estados de la nación.

Aquí la única clase criminal es la burguesía, y su aparato de represión estatal, ahora en manos de MORENA. Es por esta razón que, ninguna reforma del Poder Judicial va a cambiar esencialmente nada, porque esta justicia está hecha para los millonarios y criminales que pueden fácilmente comprar la libertad o escapar del país. Solo una justicia proletaria puede condenar a todos estos parásitos y criminales. La única manera de obtener justicia por nuestros muertos y desaparecidos es poniendo en pie verdaderos tribunales obreros y campesinos que juzguen y castiguen a la casta militar asesina.

Esta farsa de la justicia burguesa es lo que ha sido sostenido por los partidos reformistas con el verso de luchar contra el “neoliberalismo”, mientras los explotados seguimos contando a nuestros muertos y desaparecidos. Estas tendencias también se han encargado de aislar la lucha de los hijos del pueblo trabajador con el resto de explotados del país. Las principales centrales sindicales y organizaciones populares apaciguadas por el control del Gobierno han servido para atar de manos a la clase obrera, a los barrios populares, a las colonias que pasan hambre y carencia de servicios básicos, a los campesinos que no tienen tierra y viven con una agricultura de subsistencia.

Estamos cansados de que nuestros dirigentes nos lleven a subordinarnos políticamente a las instituciones del Gobierno, atando nuestras manos y a nuestras organizaciones que deberían preparase para la lucha en las calles. Llamemos a la movilización general, organicemos nuestra lucha formando comités a nivel nacional que puedan albergar a la mayoría de los explotados del país, poniendo en pie comités de autodefensa para enfrentar a las bandas de mercenarios que nos envía la burguesía. Estas consignas deben pelearse en cada asamblea de nuestras organizaciones de combate.

La lucha de la juventud estudiantil empobrecida es la misma que la de los obreros y campesinos pobres, es la lucha contra el capitalismo que nos mata de hambre y nos deja sin futuro. Para luchar contra la privatización de la educación necesitamos forjar la unidad con el conjunto de trabajadores que viven en las colonias más pauperizadas del país. Necesitamos romper las cadenas que nos ha impuesto el imperialismo con la deuda externa y el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá).

La lucha de los normalistas en México es la misma lucha de toda la juventud explotada en el mundo. Es la ferviente sangre derramada por la juventud proletaria en Bangladés, es la juventud que no se rinde en Palestina, es la juventud afroamericana asesinada en EE. UU., es la juventud migrante reprimida en Francia. Esta juventud está cansada de viejos burócratas enquistados en nuestras organizaciones de lucha, de viejos partidos que han demostrado su traición al proletariado internacional en cada escenario de la lucha de clases.

El futuro depende de la juventud oprimida sin trabajo y con salarios de hambre. Tenemos que recuperar las mejores tradiciones de lucha del proletariado, sacar las lecciones y retomar el camino de la lucha por la revolución socialista internacional. Basta de las mismas mentiras del reformismo, tomemos en nuestras manos la refundación de la Cuarta Internacional.

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