Finalmente se proclamó como ganador de las elecciones presidenciales a Pedro Castillo de Perú Libre, luego de la crisis provocada por la abortada intentona golpista dirigida por Vladimiro Montesinos desde su cárcel dorada en la Base Naval del Callao, bajo las narices del gobierno de Sagasti, y teniendo como fachada al partido de Keiko Fujimori y a los demás partidos fujimoristas defensores de la constitución del golpe de 1992. Se impone así una nueva trampa contra los explotados, con el cuento de un nuevo “gobierno del pueblo”, gobierno que esta vez se declara abiertamente a favor de una “economía popular con mercados”, es decir del sistema capitalista.

Así el obrero peruano seguirá siendo un esclavo asalariado, una mula de carga, una mercancía del mercado laboral donde todos los días vende su fuerza de trabajo para poder comer si es que encuentra comprador, es decir, un parásito capitalista interesado en explotarlo. Nada cambiará con Castillo o, mejor dicho, quizá “todo” cambie para que nada cambie. Efectivamente Castillo promete una Asamblea Constituyente y cambios en minería, salud y educación, sin embargo, ese verso de cambio ya lo escuchamos antes con Humala que terminó imponiendo el proyecto Conga a balazos y nuevas leyes de privatización de la salud y la educación. Por lo pronto Castillo ya declaró que “hay personas bastante interesadas en contribuir en el apoyo a este gobierno, de todas las tiendas políticas”, es decir, el gabinete ministerial que podría conformar sería uno de consenso con la derecha, de “nueva ruta” como el de Humala, es decir, al servicio del imperialismo y la CONFIEP pero con frases como “no más pobres en un país rico”.

Como ya hemos advertido en otros artículos, incluso si Castillo siguiera la receta del chavista Vladimir Cerrón y su partido de empresarios dinámicos de Junín, lo que tendríamos sería la misma miseria capitalista que sufren los obreros y campesinos pobres de Bolivia, Nicaragua o incluso podríamos llegar al mismo nivel de Venezuela si el precio de los minerales cayera como cayó el precio del petróleo. La realidad no sería muy diferente si continuara gobernando la derecha, pero justamente eso indica que son lo mismo, que no hay grandes diferencias, que tanto los “neoliberales” como los “bolivarianos” defienden, de una u otra forma, un sistema putrefacto que solo puede traer más explotación, pandemias y genocidios contra el pueblo pobre de Perú y América Latina. Vemos ahora como en la misma Cuba, el proletariado hambriento se levanta contra estas condiciones de pobreza extrema impuestas, en este caso, a causa de la restauración del capitalismo en la isla.

Así, los explotados no pueden esperar ningún cambio sustancial ni mejora real de sus condiciones de vida con un gobierno de cualquiera de las facciones de Perú Libre. Peor aún, este nuevo gobierno burgués ni siquiera impediría que los militares impongan un nuevo golpe en el Perú, ya que Castillo no ha planteado ninguna reforma, siquiera mínima, de esta columna vertebral del Estado burgués. Si la casta de oficiales, montesinista, corrupta y genocida, sigue armada hasta los dientes, tarde o temprano impondrá su dominio, ya no oculto tras la fachada de una “presidencia de la república”, sino de forma abierta, con juntas militares que aplastarán los derechos democráticos más elementales, pero sobre todo a las organizaciones de base obreras y campesinas. Esta tentativa sigue más viva que nunca, únicamente se abortó el primer intento, y por esta razón los explotados deben organizar su autodefensa lo más pronto posible, pero no lo harán si mantienen sus falsas ilusiones en este nuevo gobierno de la burguesía o en la OEA y demás organismos imperialistas que le han dado finalmente su respaldo. 

Los trotskistas del NRCI no cederemos a esta nueva moda electoral impuesta por el socialismo pequeñoburgués, mantendremos nuestro combate intransigente contra todas las facciones capitalistas, así se pinten de democráticas y populares, así prometan asambleas constituyentes y otros “cambios revolucionarios”. Todos los acontecimientos terminaron dándonos la razón, como cuando denunciamos a Humala o llamamos a romper la cuarentena militar del hambre mientras los reformistas colaboraban siempre con la política engañosa de la burguesía. Nos mantendremos movilizados en las calles, contra las bandas fascistas pero también contra la policía genocida ahora bajo el mando de este nuevo títere del capital, tan sólido como un castillo de arena.  

Mientras los reformistas y la burocracia sindical llamarán a colaborar con el gobierno postergando demandas y manifestaciones, nosotros seguiremos firmes agitando en defensa del salario, la salud y la educación de los explotados, contra la minería transnacional, por su expropiación sin pago y bajo control obrero, e incluso también por una verdadera asamblea constituyente, pero siempre advirtiendo que solo bajo un gobierno obrero, campesino y de soldados rasos, es decir, solo bajo la dictadura del proletariado será posible conquistar plena y definitivamente todas y cada una de las demandas de los explotados.  

Mientras estalinistas, socialdemócratas y falsos trotskistas marchan en defensa de Al-Asad, de Maduro, o del régimen capitalista cubano, nosotros seguiremos peleando por el desarrollo de la verdadera revolución proletaria en América Latina y el mundo, porque solo así triunfará el verdadero socialismo. Mientras los reformistas de siempre siguen buscando un refugio en los partidos de Frente Popular, fabricados por las burguesías nativas con la venia del imperialismo, los trotskistas del NRCI seguiremos combatiendo por la puesta en pie de verdaderos partidos obreros revolucionarios y por la refundación de la Cuarta Internacional, el partido de la revolución socialista mundial.

¡NINGUNA CONFIANZA EN CASTILLO NI PERÚ LIBRE!

¡PASO A LA VERDADERA REVOLUCIÓN SOCIALISTA LATINOAMERICANA!

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