¡ABAJO EL GOBIERNO DE VIZCARRA… Y TAMBIÉN EL CONGRESO PATRONAL!
Los audios revelados en torno al caso Richard Swing han provocado una nueva crisis política. En un primer audio se puede escuchar al empresario y presidente de la república Martín Vizcarra ordenar a su secretaria negar las visitas de Swing a palacio, en otro audio le promete a su asistente que todos saldrán limpios de este escándalo, finalmente, en un tercer audio se escucha al mismo Swing jactarse de haberle “ordenado” a Vizcarra cerrar el congreso y también de poseer todas las pruebas que lo involucrarían en su contratación ilegal.
A los socialistas estas revelaciones no nos sorprenden. Como hemos venido denunciando desde siempre, la corrupción embarra todas las instituciones públicas del Estado, desde los hospitales hasta la misma presidencia de la república. Y es que la corrupción no depende de la ética individual sino de las bases mismas de la sociedad, y una sociedad basada en la explotación del hombre por el hombre, conduce inevitablemente al engaño y al robo del hombre por el hombre.
Vizcarra es un político de la élite capitalista, y como tal es absolutamente natural que busque únicamente su provecho individual a costa no solo de sus trabajadores sino también de los recursos de toda la nación. ¿O acaso algún obrero podría poner las manos al fuego por el empresario Vizcarra, o por los empresarios de la CONFIEP? Vizcarra fue primero un “invitado” del partido aprista, una verdadera mafia política; luego fue gobernador de Moquegua acumulando denuncias; finalmente, pasó de vicepresidente (del ahora procesado “PPKeiko”) a presidente de la república. En todo este tiempo, ningún funcionario de la justicia capitalista se ha preocupado realmente en investigar a fondo todas sus vinculaciones incluso con casos como el de Odebrecht, y por esta razón actualmente poseemos más pruebas relativas que absolutas, más sospechas que certezas. Sin embargo, ¿por qué tendrían los trabajadores que defender a Vizcarra, por qué tendrían que garantizar su inocencia?
Los trabajadores no han ganado nada con el gobierno de Vizcarra, pero sus dirigentes han insistido en sostenerlo únicamente por razones políticas. La burocracia sindical, estalinistas y demás reformistas, se metieron de lleno al juego político de la CONFIEP, dividiendo la política nacional en fujimoristas y anti-fujimoristas, transformando a Vizcarra de cuasi-aprista en héroe anti-corrupción. Y para hacerse más creíble, Vizcarra promovió el procesamiento de los políticos de Odebrecht, convocó un referéndum, y hasta cerró el congreso. Todo esto tuvo que hacer Vizcarra para facilitar el trabajo del reformismo, para hacerle creer a los trabajadores que tenían un gobierno “de derecha, pero anti-keiko” y, no obstante, Keiko fue liberada. Los dirigentes reformistas necesitaban montar este engaño para impedir el estallido del país, para impedir que los obreros y campesinos pobres ajustaran cuentas con los corruptos, con los ricos, y también con sus lacayos en el movimiento sindical.
Gracias a este respaldo incondicional, gracias a este frente amplio “antifujimorista”, Vizcarra pudo no solo continuar con la política esclavista, privatista y militarista de Fujimori sino incluso profundizarla, hasta el punto de haber reestablecido los toques de queda con la excusa de una pandemia que apoyada en esta misma política ha colocado al Perú en la cima de la letalidad global. Este es el verdadero fondo del asunto: a los obreros que no fueron despedidos se les recortó el salario, los que no mueren infectados por trabajar están muriendo de hambre por no poder trabajar, campesinos siguen siendo asesinados por las mineras, los estudiantes no pueden estudiar, las jubilaciones se reducen cada vez más. Pero allá arriba, en el paraíso de la CONFIEP, los empresarios viven tranquilos, comiendo del trabajo ajeno, sin necesidad de salir a la calle, con médicos y enfermeras particulares, y con los fondos públicos a su disposición para “reactivarlos”. Este es el fondo del asunto, la explotación, la opresión, la contaminación, el hambre y la enfermedad, ¿no es acaso todo esto suficiente para que los trabajadores salgan a las calles a derrocar al gobierno de Vizcarra, al congreso patronal y a todos los poderes del Estado?
“Deberíamos salir, pero no podemos por la pandemia”, así nos responden los reformistas. Sin embargo, lo que ocultan estos traidores es que en EEUU, en Líbano, en Serbia, en Chile, en Bolivia, los trabajadores están saliendo a las calles a pesar de la enfermedad, a pesar de la cuarentena militar, a pesar de los consejos médicos de sus dirigentes. Es que el hambre y la explotación no se puede resistir más; es cierto que algunos podríamos morir de COVID, pero sí o sí todos moriremos en la miseria si seguimos bajo la dictadura del capital. Esto es lo que ocultan los reformistas a los trabajadores del Perú, no convocaron a ninguna acción el Primero de Mayo, luego improvisaron movilizaciones que sabían que iban a fracasar, para finalmente seguir sosteniendo a Vizcarra con el verso de la lucha contra Keiko. Quizás ahora saldrán a respaldarlo nuevamente para impedir un “golpe parlamentario”.
Lo cierto es que el congreso solo está haciendo campaña para las elecciones del próximo año y seguramente no irán hasta el final con su demagógica moción de vacancia. Y esto incluye no solo a la derecha, sino sobre todo a la izquierda del capital: al Frente Amplio (FA). Este frente popular liberal-estalinista, pretende engañar a los trabajadores colocando a un ex dirigente sindical seudo-trotskista como Fernández Chacón a la cabeza de su bancada, cuando en realidad se trata de un frente político al servicio de la burguesía agraria en particular y del capitalismo bolivariano en general. Con el juego de la vacancia el FA también está haciendo campaña electoral al igual que otros bolivarianos más confesos como Vladimir Cerrón o Antauro Humala. Los trabajadores no pueden caer en este juego político, aquí no debemos derrocar a Vizcarra únicamente por el caso Swing, sino principalmente por representar los intereses de los que lucran con el pan y con la salud mientras los trabajadores pasan hambre o mueren como perros en la puerta del hospital.
Y por esta razón, no solo debe caer Vizcarra, sino también su nuevo congreso burgués que el FA ayudó a establecer. Debemos derrocar a la casta de oficiales corrupta, verdadero poder en las sombras al que Vizcarra acudió para cerrar el congreso y ahora también para impedir su vacancia. Debemos acabar con los jueces y fiscales patronales y con su policía asesina, debemos abrir la revolución de los obreros y campesinos con apoyo de los soldados rasos hasta conquistar la dictadura revolucionaria de sus propios organismos de deliberación y combate.
Pero esta revolución no puede ser nacional, porque la realidad económica, política y sanitaria es global, y porque solo a nivel mundial el verdadero socialismo podrá triunfar. Las condiciones para esta victoria están dadas, porque no solo en países atrasados como Líbano o Serbia los explotados están luchando en las calles, sino incluso en la boca misma del lobo imperialista, en los Estados Unidos de Norteamérica.
La vanguardia obrera debe tener claro las claves de la actual situación mundial y nacional, y también el rol contrarrevolucionario que vienen jugando los dirigentes reformistas que viven de las migajas sindicales, universitarias u oenegistas que les arroja la burguesía. Los revolucionarios del NRCI comprendemos también que el gobierno ha venido superando cada crisis política con ayuda de estos dirigentes que han logrado contener la lucha de las masas hasta el punto de encerrarlas en sus casas, aunque se mueran de hambre. Estos miserables, aún hoy siguen diciendo que nuestra principal tarea es presionar a Vizcarra para que imponga la cuarentena total, cuando el primer paso para salvar a los enfermos por COVID es salir de las casas a confiscar el oxígeno, los fármacos y las camillas que están en manos de la CONFIEP.
Hay que llamar también a luchar por la expropiación sin pago y bajo control obrero de las transnacionales mineras en apoyo de Espinar, y de todas las universidades y escuelas privadas en apoyo de los estudiantes sin recursos. Hay que desconocer todas las deudas usureras con la banca parásita. Hay que tumbar las viejas y nuevas leyes laborales esclavistas, conquistando salario, jubilación y empleo móvil para todos los trabajadores sin excepción. Contra la cuarentena militar de Vizcarra hay que impulsar la lucha en las calles, organizando asambleas públicas como la hecha por los trabajadores de la ONP en la plaza San Martín. Hay que llamar a poner en pie comités de lucha, de autodefensa y nuevas Zonas. Hay que reconocer los derechos políticos de los soldados rasos para ganar su apoyo en esta lucha, impulsando una Asamblea Constituyente Revolucionaria, para liquidar las deudas, tratados y bases militares del imperialismo en Perú.
Estas y otras consignas democráticas y de transición deben ser dirigidas como exigencias a las direcciones reformistas con el fin de impulsar la lucha de los trabajadores hasta el estallido de la revolución. No podemos dejar la caída de Vizcarra en manos del congreso y su fórmula de vacancia inscrita en la constitución fujimorista, como pretende el FA. Aquí la historia la deben escribir los esclavos del capital luchando en las calles, tomando en sus manos las fábricas, los bancos, las farmacias y centros comerciales, para poder comer, para poder curarse, para poder vivir.
¡ABAJO EL PODER CORRUPTO DE LA BURGUESÍA!
¡ABAJO EL CAPITALISMO, AVANCEMOS AL SOCIALISMO!
¡ABAJO EL REFORMISMO, REFUNDEMOS LA CUARTA INTERNACIONAL!