¡Abajo el gobierno y el Congreso de ratas!

El Ministro de Educación de la dictadura, ha declarado que las víctimas del levantamiento del sur son “ratas” sin derechos. ¡La rata es usted sr. Ministro! Y es que este Gobierno se ha quitado la máscara hace ya tiempo, desnudando no solo su condición sino la del Estado patronal que encabeza.
Así, el Gobierno de Dina y el Congreso corrupto que la sostiene no es un accidente, una circunstancia, una casualidad política; por el contrario, esta es la única “democracia” que el imperialismo le puede otorgar a un país atrasado como Perú. Por eso la Constitución de la dictadura fujimontesinista sigue vigente, y los que han gobernado bajo su protección están hoy procesados, presos o suicidados. Esta es la única “democracia” que el capitalismo puede ofrecer, todo lo demás son mentiras y falsas promesas de personajes políticos que ofrecen sanear y reparar un sistema podrido de raíz.
¿O acaso con Castillo fue diferente? ¿Ya hemos olvidado que un 5 de abril impuso el Estado de Sitio en Lima por recomendación del militar fujimorista Montoya? ¿Hemos olvidado que Castillo envió a la Marina aplastar la protesta de las comunidades de Loreto envenenadas con petróleo? ¿Pretenden ocultar que Castillo también aprobó el ingreso de tropas yanquis a Perú? ¿Ya no se acuerdan que viajó a Washington a arrodillarse a las transnacionales y declarar “América para los Americanos” (EEUU)? ¡¿A quién quieren engañar señores castro-chavistas?!
Aquí la única solución posible a los problemas urgentes e históricos de la nación explotada es la revolución obrera y campesina, como la revolución que en Siria tumbó la dictadura corrupta de la dinastía al-Asad, después de una cruenta guerra civil que duró 13 años. Y es que, para conquistar una verdadera democracia, el pueblo pobre debe armarse y los oficiales de los ricos deben ser desarmados, poniendo en pie desde abajo organismos como las Zonas, futuros cimientos del nuevo Estado que la revolución socialista en Perú pondrá en pie.
Sin embargo, esta futura revolución no deberá quedar contenida en un solo país; inevitablemente deberá traspasar fronteras hasta llegar a las metrópolis imperialistas mismas, donde trabajadores latinos, asiáticos y africanos trabajan en las peores condiciones. Por esta perspectiva internacionalista es que los trotskistas peruanos del NRCI seguimos bregando, combatiendo no solo a la burguesía sino sobre todo a sus agentes encubiertos en el seno del movimiento obrero internacional. Más temprano que tarde, el proletariado mundial vencerá, guiado por las banderas incólumes de los verdaderos partidarios de la Cuarta Internacional.