Las masas de campesinos pobres del sur, encabezadas por los obreros agrícolas de Ica, se han vuelto a levantar después de la tregua de fin de año dada al gobierno cuasimilitar de Dina Boluarte. Ahora, a una semana del genocidio de Juliaca, caravanas de manifestantes se dirigen a Lima, después de comprender que, para vencer, hay que enfrentar a la clase dominante en la ciudad que concentra su poder.

Sin embargo, si las masas de obreros mineros e industriales de Lima, Arequipa y La Libertad no se movilizan, paran y declaran en insurrección como sus hermanos del campo, la caída de Dina, el Congreso y las Fuerzas Armadas, no será posible. Las tomas de carreteras y aeropuertos son medidas necesarias pero insuficientes: ¡hay que parar los centros de producción! Pero esto lo deben hacerlo sus propios trabajadores, con sus comités de fábricas, evitando que los campesinos las ataquen desde afuera, como lamentablemente viene sucediendo desde el comienzo de esta revolución campesina. ¡Que se levanten también los obreros de la ciudad! ¡Conquistemos la alianza obrero-campesina para derrocar a la burguesía!

Evidentemente, los principales responsables de esta situación son los dirigentes reformistas del proletariado, que durante décadas han venido subordinando a las masas al caudillo burgués “progresista” de turno. Así, por ejemplo, los dirigentes de la CGTP apoyaron a Toledo, a Ollanta Humala, y hasta empresarios como PPK o Vizcarra. Con Castillo prometieron cambios revolucionarios, y este solo se dedicó cambiar de gabinete cada semana, poniendo ministros cada vez más derechistas. Incluso hoy los dirigentes estalinistas de la CGTP afirman que se podría dialogar hasta con Dina Balearte, siempre y cuando abandone sus prácticas dictatoriales, pidiendo además que la protesta sea pacífica y no interrumpa el tránsito vehicular. ¡Con estos dirigentes reformistas no se puede luchar!

Para derrotar a estas direcciones traidoras, los revolucionarios debemos alentar la formación de nuevos organismos de combate como las Zonas, comités de autodefensa y comités de soldados rasos, exigiendo a las direcciones de las masas su ruptura total con los partidos de izquierda de la patronal, planteando como objetivo de lucha inmediata la expropiación sin pago y bajo control obrero de minas, fábricas y supermercados, avanzando en centralizar estos organismos en un gran Congreso de Todos los Explotados, primer paso necesario hacia un verdadero Gobierno Obrero y Campesino, único poder que puede garantizar la convocatoria de una verdadera Asamblea Constituyente.

¡Por un verdadero Partido Obrero Revolucionario en Perú!

¡Por la refundación de la Cuarta Internacional!

¡Por la Revolución Socialista en toda América Latina y el Mundo!

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