UNA FALSA CONSTITUYENTE PARA CONTINUAR EN EL PODER

Es evidente que la situación política en el Perú está cambiando a pasos acelerados. Sin embargo, sería un error creer que esto se debe principalmente a su dinámica interna.
A principios de febrero ya habíamos anticipado que: “Crímenes como el de Repsol golpean consciencias, incluso en la pequeña burguesía, sin embargo, aún estamos lejos de remontar esta derechización del país, haciéndolo dependiente casi totalmente de la revolución socialista internacional o del derrumbe general de la economía”.
Efectivamente, solo un factor externo podía revertir esta situación, y en este caso es la economía nacional la que se está derrumbando como resultado del alza de precios provocado por la guerra en Ucrania.
Este aumento del costo de vida ha hundido aún más las ya precarias condiciones de vida de los trabajadores del Perú, provocando su movilización y protesta en las regiones más pobres como Junín o Ica. Ahora se han sumado a la lucha los trabajadores del Cusco, y los bloqueos campesinos contra la minería transnacional se están reactivando.
Así, los obreros y campesinos pobres están poco a poco retomando sus mejores tradiciones de lucha, contrarrestando la pasividad de la pequeña burguesía costeña y capitalina, que se divide entre quienes apoyan a la derecha conservadora del Congreso o a la derecha liberal del actual gabinete de Castillo, que hasta ahora solo ha respondido con balas las justas demandas del pueblo pobre.
Sin embargo, esta nueva situación está forzando a que el gobierno cambie nuevamente su orientación. Así, Castillo está proponiéndole al Congreso una ley para convocar a un referéndum por la Constituyente, buscando de esta manera quedar bien, tanto con las masas que protestan, como con la burguesía parlamentaria que tendrá la última palabra.
Se trata, entonces, de una nueva trampa contra los explotados con la finalidad de canalizar sus fuerzas hacia las urnas del Estado burgués. Las elecciones municipales buscarán igualmente reforzar este desvío contrarrevolucionario.
Si el Congreso no aprueba el referéndum, es posible que las masas se lancen contra él, dándole a Castillo la oportunidad de cerrarlo y convocar nuevas elecciones parlamentarias, dejando la Constituyente en manos del nuevo Congreso, y así sucesivamente hasta que las masas terminen confundidas, aturdidas y exhaustas, como sucedió con Vizcarra.
Debe quedar claro, no obstante, que incluso si este u otro Congreso llegara a aprobar el referéndum, en este no está garantizado que venza el Sí como en Chile: basta leer la encuesta que realizó el IEP donde la mayoría de peruanos se pronuncia en contra del cambio constituyente. Pero incluso si ganara el Sí, estaríamos entonces en una situación similar a la de Chile, donde se puso en pie una falsa Constituyente solo para salvar a Piñera y a la casta de oficiales pinochetista.
Los revolucionarios no rechazamos la consigna táctica de “Asamblea Constituyente”, sin embargo, para que esta táctica realmente despeje el camino hacia el poder proletario, es necesario justamente que esta Constituyente no se la solicite o demande a un gobierno burgués, sino que se luche porque sea un gobierno obrero y campesino el que la ponga en pie, porque solo así se crearán condiciones verdaderamente democráticas y porque solo así servirá de apoyo para el triunfo de la revolución socialista. El que le exige constituyentes a la burguesía no es un demócrata o un revolucionario, es su agente encubierto.
Estas son las lecciones de más de un siglo de lucha de clases y falsas constituyentes, como la de 1979, convocada por un gobierno militar asesino y presidida por el reaccionario partido aprista. ¿Algún reformista puede señalar para qué sirvió esta falsa asamblea y su falsa constitución “progresista”? ¿Realizó esta las tareas democráticas, se liquidó al imperialismo, se liquidó el latifundismo? La verdad es que solo sirvió para impedir la caída del militar Morales Bermúdez que hasta hoy sigue libre en la impunidad, y para allanarle el camino al golpe yanqui-montesinista de 1992, que nos costó tantas vidas.
¿Estamos entonces ante un nuevo giro a la izquierda en el gobierno de Castillo? Es posible, pero nada está dicho, porque hay que recordar que solo hace un par de semanas atrás este mismo extoledista se dejó asesorar por el marino Montoya e impuso el toque de queda en Lima, para impedir que sus hambrientos tomen el pan de la mesa de los parásitos capitalistas, justo un 5 de abril, haciéndole homenaje a Fujimori que, según el premier Torres, hizo muchas grandes obras en Perú como las hizo Hitler en Alemania.
Los revolucionarios no nos dejaremos engañar por este manotazo de ahogado, que solo busca salvar de la cárcel a Castillo, a Cerrón y a sus empresarios dinámicos. Es verdad que podría haber también un verdadero golpe de Estado contra Castillo que imponga un gobierno patronal más claro y firme que el suyo, pero esta no es la situación hoy. Hoy las masas están en las calles, buscando unir y acrecentar sus fuerzas, no solo contra el Congreso sino también contra Castillo, aunque sus dirigentes reformistas las contengan bajo una política de presión pacifista.
Y esto no solo aplica a los estalinistas que usurpan la CGTP, sino también a falsos trotskistas, como los de Uníos, que anuncian que “se acabó la luna de miel” y nos llaman a “derrotar al modelo”, dejando a entender que contrajeron matrimonio con el gobierno de Castillo, que se fueron de luna de miel con él, pero que esta ya acabó y que ahora se deben pagar las cuentas: si Castillo no quiere el divorcio, deberá cambiar de “modelo” de capitalismo. Sin embargo, ya sabemos cómo acaba siempre el tortuoso romance de la pequeña burguesía reformista con la gran burguesía nacionalista.
¡ABAJO EL REFORMISMO PACIFISTA Y EL FALSO TROTSKISMO ELECTORERO!
¡POR UN VERDADERO PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO, POR LA REFUNDACIÓN DE LA CUARTA INTERNACIONAL!