UNA MASACRE AL SERVICIO DEL CAPITALISMO

Los testimonios de los sobrevivientes, los panfletos falsificados, el uso político sincronizado de la masacre a manos del fujimorismo y su prensa servil, todo esto apunta a que efectivamente esta organización criminal asociada a la burguesía narcotraficante sería la responsable de este nuevo genocidio, que no tiene nada que envidiar a los crímenes cometidos bajo la dictadura fujimorista, pero también a los perpetrados bajo la “democracia” fujimorista actual, bendecida por la constitución del 93.

Hace solo 12 años atrás, el gobierno aprista de la mano de su premier Yehude Simon, ordenó el asesinato de cientos de campesinos pobres sin DNI en Bagua, arrojando sus cuerpos en bolsa negras al río. En julio del 2012, el militar chavista Ollanta Humala asesinó a pobladores de Celendín que se oponían al proyecto minero Conga. En agosto del 2020, en plena cuarentena, el gobierno “anti-Keiko” de Vizcarra asesinó a indígenas que protestaban contra una transnacional petrolera. Finalmente, hace solo seis meses atrás el actual gobierno de Sagasti, resultante de una supuesta “revolución del bicentenario”, asesinó obreros agroindustriales que hacían huelga para reclamar sus derechos laborales. Y es que así se sostiene el capitalismo, sobre la base del terror y asesinato de gente inocente y desarmada.

¿Cuál es la diferencia esencial entre estas masacres y el genocidio impuesto por la dictadura de Alberto Fujimori? ¿Acaso se trata de salvar y apoyar a los políticos que “mataron menos”? No hay ninguna diferencia esencial, porque nos encontramos bajo el mismo Estado burgués, bajo la misma casta de oficiales corrupta y asesina, bajo la misma constitución y leyes de persecución política de la dictadura. Esta supuesta “democracia” está a punto de otorgarle el poder a una organización criminal vinculada a la CONFIEP y el narcotráfico. ¿En esto consiste su “democracia”, en dejar participar a una organización que todos los días hace apología del terrorismo de Estado de los 90? ¿De qué democracia habla Verónika Mendoza aliada del genocida Yehude Simon? ¿De qué democracia hablan los chavistas si ellos también impusieron el genocidio en Nicaragua contra trabajadores jubilados? ¿De qué democracia hablan los defensores del genocida Al-Assad y de la dictadura capitalista en China?

Perú Libre del ex toledista Pedro Castillo, del chavista Vladimir Cerrón, del ex aprista Guillermo Bermejo, y del empresario de la construcción Jim Unsihuay, afirma que la masacre del VRAEM fue a manos del fujimorismo con el fin de ganar votos. Ciertamente, todas las pruebas apuntan a que el fujimorismo estaría detrás de este genocidio y no el ex senderista y actual narcotraficante Víctor Quispe Palomino, algo que solo una fujimorista reciclada como Rosa María Palacios o un imbécil como Marco Sifuentes podrían negar. Sin embargo, ningún partido chavista tiene la autoridad ni política ni moral para denunciar este y otros crímenes, porque sus manos también están manchadas de la sangre de obreros, campesinos y estudiantes pobres. ¿O acaso debemos hacerles recordar también las masacres del dictador Velasco Alvarado, masacres como la de Huanta donde también fueron asesinados menores de edad, por defender su derecho a la educación?

Los trotskistas del NRCI no cederemos a esta nueva borrachera electoral impuesta en nuestro país. En lugar de sembrar falsas ilusiones, le decimos la verdad al proletariado por dura que sea: sin destruir el aparato militar-policial de la burguesía no habrá ningún cambio real. Que los traidores sigan haciendo campaña por el nuevo Fujimori, Toledo o Humala de la política nacional, nosotros seguiremos impulsando la lucha callejera contra la cuarentena, llamando a marchar por Colombia, Myanmar y Palestina, por el triunfo de la revolución socialista mundial. Solo así podremos algún día castigar todos los sacrificios de trabajadores cometidos en el altar del lucro del capital.

¡ABAJO LAS MASACRES DEL CAPITALISMO!

¡POR UN VERDADERO PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO!

¡POR LA REFUNDACIÓN DE LA CUARTA INTERNACIONAL!

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