¡Abajo la amnistía a los genocidas!

“Nada ha servido más a la causa de la mafia fujimorista que la ideología del ‘mal menor’. En 1990 el mismo Alberto Fujimori ganó las elecciones como ‘mal menor’ frente al derechista ‘Vargas Llosa’. Patria Roja y otros partidos reformistas hicieron campaña por él. En el 2000 llamaron a votar por Toledo como ‘mal menor’ ya que ‘nos ha prometido terminar de acabar con la mafia fujimorista’. Y bajo su gobierno y la constitución del golpe, los fujimoristas fueron reorganizando sus fuerzas. El 2011 el nuevo ‘mal menor’ fue el chavista Humala y este sacó leyes privatistas que nos hizo recordar los peores años de la dictadura. El 2016 aparecieron PPK y Vizcarra y también nos dijeron que los apoyáramos en su ‘lucha’ contra Keiko. Al final PPK indultó al jefe de la mafia y se descubrió que él mismo estaba involucrado en el caso de corrupción más grande de la historia de América Latina”.
Esto lo escribimos hace unos seis años atrás y cobra particular vigencia hoy cuando, aunque suene increíble, nos aproximamos a unas elecciones donde podría presentarse el mismísimo dictador Alberto Fujimori.
Y es que los chavistas y su apéndice estalinista y reformista, al sostener por izquierda el capitalismo, han creado las condiciones para el regreso del mismo criminal que aun no termina de pagar por todos sus crímenes, todo gracias a una ley de amnistía que beneficia también a militares genocidas en casi un millar de casos no resueltos aun por la justicia burguesa, a pesar de que ya pasaron décadas de los hechos.
En Perú la gran burguesía financió y sostuvo el régimen fujimorista surgido del golpe yanqui-montesinista de 1992. Los grandes empresarios encabezados por el dueño del Banco de Crédito del Perú, Dionisio Romero, fueron los verdaderos titiriteros en este drama criminal que costó la vida de miles obreros, estudiantes y campesinos pobres. El gobierno fujimorista los benefició directamente a través de leyes laborales, tributarias y comerciales de todo tipo, que les permitieron maximizar sus beneficios a pesar de la maximización de su costo social y ambiental.
Sin embargo, plataformas como “No a Keiko”, fujimoristas recicladas como Rosa María Palacios, encubridores de las operaciones de la USAID como Marco Sifuentes, y políticos “progresistas” como Yonhy Lescano o Verónika Mendoza, todos ocultan de forma consciente y sistemática la naturaleza de clase del fujimorismo, presentándolo como una simple organización mafiosa independiente de los intereses de los grandes empresarios; todo con el fin de sostener el mito de una posible extirpación del fujimorismo de la política nacional.
Lo cierto es que el fraude y el asesinato están en el ADN mismo de la burguesía peruana que necesita gobiernos serviles dispuestos a defender siempre sus intereses sin ningún escrúpulo. Y es que ninguna reforma del capitalismo es posible cuando el sistema mismo está podrido de raíz. Mencionar como ejemplo a seguir a potencias extranjeras es una estupidez en la medida que su posición la adquirieron en siglos de desarrollo y sobre la base de la opresión del resto del planeta. Así, todas las recetas importadas de desinfección política que nos venden no es más que la dosis necesaria de distracción, sedación y embrutecimiento que necesitan esas potencias para seguir saqueando nuestro país.
El triunfo electoral de partidos burgueses de derecha en Europa, partidos que encubren o cobijan verdaderas facciones fascistas, son la prueba de que bajo el capitalismo la humanidad no avanza hacia el progreso sino retrocede y se hunde en el medievo y la barbarie. La expresión de esto en Perú sería una nueva presidencia fujimorista que solo puede ser impedida por el movimiento revolucionario de obreros y campesinos.
Sin embargo, los reformistas marchan por otro camino. Ellos ilusionan a sus bases (reducidas por sus evidentes traiciones) con frases y promesas vacías de cambio… bajo el capitalismo. Agachan la cabeza a los patrones asumiendo que su expropiación y derrocamiento es imposible y que nos debemos conformar con exigir respeto y migajas para los esclavos asalariados. Ahora dicen que hay que apoyar el chavista Antauro, que ahora sí habrá cambio, cuando este miserable no pudo siquiera desconocer la presidencia asesina de Dina Boluarte.
En las próximas elecciones los explotados del Perú no tienen por quién votar, ninguna organización representa realmente sus intereses, todos defienden de una u otra forma el parasitismo capitalista. Solo con la revolución obrero-campesina será posible conquistar un verdadero cambio, solo con la dictadura del proletariado con apoyo de la mayoría explotada del país, será posible acabar con el hambre y la opresión que hoy padecemos los que vivimos de trabajar y no de apostar en la bolsa.
Con la ayuda de los proletarios de todo el mundo que también sufren los males de este sistema caduco, será posible crear una sola fuerza global indestructible. Hoy que Palestina se desangra y que Europa se aproxima nuevamente al abismo fascista, se hace más necesario que nunca avanzar en la organización de la revolución socialista mundial. Contra los reformistas que combaten las ideas revolucionarias expresadas aquí, los verdaderos marxistas internacionalistas debemos unirnos, para refundar nuestro partido, la Cuarta Internacional, y guiar a las masas explotadas a su victoria, que será también la victoria de la humanidad.