¡Paso a la insurgencia obrero-campesina!

El Congreso patronal de la mano del Gobierno asesino de Dina Boluarte, sigue promulgando ley tras ley únicamente a favor de los intereses de grandes empresarios y de sus propios negocios legales e ilegales. Y es que después de la masacre de Juliaca, los políticos burgueses respaldados por la oficialidad genocida de las Fuerzas Armadas, sienten tener toda la impunidad del mundo para reescribir a su gusto la Constitución montesinista de 1993.
Una de las tantas leyes que han aprobado recientemente es la llamada Ley Antiforestal, que ha dado carta libre para la deforestación indiscriminada de la Amazonía. Esta es una ley que beneficia exclusivamente a los grandes empresas nacionales y extranjeras, y perjudica gravemente el medio ambiente a nivel nacional, continental y mundial. Y es que el capitalismo es así, no puede existir sin socavar permanentemente las dos fuentes primordiales de la riqueza que como dijo Marx son la tierra y el trabajador.
La lucha contra este paquete de nuevas leyes patronales debe apuntar entonces a la destrucción del capitalismo y de su aparato represor, el Estado. Sin embargo, algunos liberales antimarxistas como la expresidenta del TC Marianella Ledesma o la expremier Mirtha Vásquez, han llamado a la población a ejercer su derecho a la insurgencia, pero en defensa de la Constitución golpista del 93, como se estipula en su artículo 46.
Por su parte, chavistas como Antauro proponen regresar a la Constitución del 79, como si ese papel redactado por Haya de la Torre, jefe de un APRA ya derechizada, represente realmente los intereses de los obreros y campesinos del Perú profundo. Hoy que vemos como la pobreza y la explotación capitalista persiste impune en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba, etc. no nos pueden seguir engañando con el cuento del “socialismo del siglo XXI” y demás demagogia seudosocialista.
Lo que pretenden en realidad esta gente es que la revolución obrera y campesina no se dirija hacia el enemigo común de clase, la burguesía, sino solo contra ciertos políticos y ciertas leyes que favorecen la corrupción y afectan la mitológica “independencia de poderes”. Este programa de “insurgencia democrática” es pues el programa de la contrarrevolución con máscara progresista. Los explotados del campo y la ciudad no pueden caer nuevamente en esta trampa que lamentablemente el 99 % de sus dirigentes pequeñoburgueses sostienen por izquierda.
Y es que la época de las insurrecciones burguesas democráticas ya venció hace más de 100 años. Lo que corresponde en el mundo actual marcado por la fase decadente del capitalismo, el imperialismo, es la revolución socialista que en los países atrasados se sostiene en la alianza obrera y campesina. Solo con la revolución permanente al socialismo mundial, conquistando el poder también y sobre todo en las metrópolis imperialistas, será posible enterrar para siempre la corrupción, la opresión y la pobreza a la que nos condenan hoy los políticos al servicio de la burguesía, ya sea que se pinten de rojo, morado, verde o amarillo.
¿Derecho a la insurgencia? Sí, pero contra el orden constitucional burgués, contra la policía corrupta, contra la oficialidad montesinista, contra los grandes parásitos de la CONFIEP que viven del trabajo ajeno, contra las transnacionales invasoras que son las que financian las guerras y exterminios que hoy sufre Palestina y Ucrania. Ahora más que nunca, contra la política pacifista del reformismo, hay que impulsar la revolución socialista contra el capital.
¡ABAJO EL CONGRESO Y EL GOBIERNO PATRONAL!
¡PASO A LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA!
¡POR LA REFUNDACIÓN DE LA CUARTA INTERNACIONAL!