De la guerra comercial a la guerra mundial

La guerra comercial impulsada hoy por los EEUU de Trump, es la prueba fehaciente de que vivimos bajo la fase imperialista del capitalismo, fase de los monopolios transnacionales, que como dijo Lenin ha abierto una época de “crisis, guerras y revoluciones”.

En primer lugar, debe aclararse, como ya hemos demostrado en su oportunidad, que ni Rusia ni China son nuevas potencias imperialistas. No pueden serlo cuando su PBI per cápita es hoy la mitad del PBI per cápita de Portugal, la potencia colonial más atrasada de Europa. Lo que sucede es que el desarrollo desigual y combinado hizo que a Rusia, pero sobre todo a China, lleguen inversiones imperialistas para explotar su mano de obra barata, produciendo indirectamente el desarrollo industrial de algunas de sus principales ciudades, situación aprovechada por el Estado para luego invertir en el extranjero siempre como socio menor de EEUU, Europa occidental y Japón.

Prueba de esto es lo sucedido en Irak, donde una empresa estatal china es hoy dueña de la mitad de su petróleo luego de la invasión yanqui del 2003. Otra prueba es Perú, donde EEUU impuso su TLC el 2006, y solo tres años después China impusiera el suyo bajo el gobierno de Alan García, agente directo de Washington. Así, el Estado chino, no su casi inexistente capital financiero, actúa de socio menor de los EEUU en sus incursiones globales, sociedad cocinada entre el mismo Mao y Nixon en los 70 y consolidada por Den Xiaoping y Carter en los 80. Así la masacre Tiananmén en 1989 fue justamente para mostrarle al imperialismo que los estalinistas chinos serían buenos perros guardianes de sus inversiones.

Lo que está haciendo Trump en realidad es romper este pacto, preparando las condiciones para una intervención militar en China con el pretexto de proteger su cuasi-colonia de Taiwán. Y esto lo hace de cara a su futuro choque con su verdadera potencia rival: Alemania. Efectivamente, el capital financiero alemán ya ha puesto en marcha el rearme de sus Fuerzas Armadas y se prepara a disputarle el mundo a EEUU y su socio menor, China. Como dijo recientemente su nuevo canciller, Friedrich Merz: “Alemania ha vuelto”. Y en esto no solo cuenta con el apoyo de la nueva derecha de Alternativa para Alemania, sino del propio partido “socialdemócrata”, devenido hace rato partido burgués imperialista.

En este escenario, la alianza de EEUU con Rusia solo busca separarla de Europa occidental para poder combatir a esta en mejores condiciones. Rusia, que ni con un pobre país como Ucrania puede, solo puede jugar el papel de peón semicolonial en la futura tercera guerra mundial que se aproxima. La actual guerra arancelaria que EEUU le ha declarado al mundo entero, y que podría ocasionar una recesión global, es pues preparatoria de una nueva guerra mundial, guerra que enfrentará a las verdaderas potencias que dominan la economía global.

Los años de la ideología de la globalización y de libros estúpidos del reformismo como “Imperio y Multitud” se ha acabado. Los viejos Estados colonialistas se han quitado el traje de ciudadanos de la aldea global y están declarándose abiertamente la guerra. Y es que así funciona el capitalismo en su vejez, con periodos “librecambistas” que no lo son realmente, y periodos abiertamente protecciones que preanuncian cracs, conflagraciones e insurrecciones. Y es que el truco estadístico de la burguesa consistió siempre en transformar la tendencia temporal de un periodo en el advenimiento de una nueva era.

No quieren entender que el único cambio cualitativo posible en las condiciones actuales es el paso al socialismo mundial. Ese es el único camino que tiene la humanidad trabajadora para no hundirse en una nueva conflagración mundial.

¡ABAJO LAS GUERRAS IMPERIALISTAS!

¡REFUNDEMOS LA CUARTA INTERNACIONAL!

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